Dedicarse a hacer y no a dedicar

La educación debe ser accesible para todos, de calidad y que otorgue las mismas oportunidades a todos los seres humanos

Menores en una clase, antes de la pandemia.
Menores en una clase, antes de la pandemia. MANU GARCÍA

El pasado martes 24 de enero se celebró el Día internacional de la Educación. Esta celebración, que fue instaurada por la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), tiene como objeto recordar la importancia de la educación, derecho al cual tenemos que tener acceso todo ser humano y que debe ser de responsabilidad pública. 

En este proclamado día ya pasado, se pudieron leer en prensa y medios de comunicación las muestras de apoyo y discursos sociales con relación a lo que considero que no solo es un problema que viene de mucho tiempo atrás, sino también y tristemente es una decadencia y desafío que hemos de afrontar sin demoras. Mejor sería leer medidas y actuaciones factibles para que los cientos de millones de niños y adolescentes que no reciben educación y que son analfabetos, a pesar de contar con edad para poder leer, sumar, escribir, puedan optar dejando atrás la ignorancia por una vida de calidad. Tal vez la realidad sea que no interesa que todos tengamos el mismo nivel de conocimiento.

“Invertir en las personas, priorizar la educación” es el lema seleccionado como tema central este año que, junto con las acciones acordadas en cumbres celebradas meses atrás, se intenta lograr impulsar un apoyo a nivel mundial para la educación. En la Convención sobre los derechos del niño de 1989 se intentó dar un gran paso al estipular que todos los países debían procurar que la educación superior sea accesible para todos. A día de hoy, además de los datos ya dados de analfabetismo entre niños y jóvenes, más del 40 por ciento de las niñas de África subsahariana y cuatro millones de niños y adolescentes refugiados ni si siquiera van a la escuela (Datos aportados por la ONU) ¿No es posible pensar que algo falla si desde al menos hace cinco años se han de elaborar nuevos compromisos y objetivos cada día 24 de enero? Algo sobre lo que no es necesario concienciar ni tomar medidas de mejora no se puede considerar un problema social. Tengamos esperanzas en que el año que viene la ONU haya eliminado este día de su agenda 2024. 

Este año la Unesco: "Desea dedicar este quinto Día internacional de la educación a todas las niñas y mujeres de Afganistán que se ven privadas de su derecho a aprender, estudiar y enseñar”. Condenan este profundo atentado contra la dignidad humana y contra el derecho a la educación, así hacen constar en su web y en medios de comunicación. Al leer esto me he sentido una privilegiada por haber tenido acceso a la educación, pero también me he sentido indignada; a esas niñas afganas no se les ayuda a tener una oportunidad de vivir dignamente por publicar en letras bien grandes y en negrita una dedicatoria. La mayoría están privadas de ir a la escuela, no saben leer y no tienen acceso a internet, y sus madres, que son su principal ejemplo a seguir y apoyo educacional, tampoco. Absurdo lanzar un mensaje que solo sirve para hacerse destacar en medios de comunicación y que desgraciadamente estas víctimas de la sociedad por su casi nula educación no podrán recibir. Más útil sería tomar medidas contra los individuos y responsables de privar a otras personas de derechos fundamentales y empezar a atajar el problema desde la raíz. 

La educación debe ser accesible para todos, de calidad y que otorgue las mismas oportunidades a todos los seres humanos, solo de esta forma se eliminaran entre los países, las desigualdades sociales, de géneros y bienes. La transformación de la educación es lo único que hará posible un cambio de rumbo necesario para todos. 

“La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo” Nelson Mandela.

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