Muchas personas han pretendido explicar el sentido de la vida desde el arte, la religión, la filosofía, etcétera, y se han elaborado respuestas, pero también quedan muchos interrogantes al respecto: ¿cuál es la función para la cual venimos a este mundo?¿Cómo se originó el universo? ¿Qué va a pasar en el futuro?¿Qué rol ocupa el ser humano en el universo?
Hace algún tiempo reseñé y escribí sobre una obra y su autor El diario de Olivia Morgan, de Iván Gónzalez. Tras sentir la necesidad de releer este thriller apocalíptico en varias ocasiones por su gran calidad, y tener la suerte de comentarlo con su creador, nunca pude dejar de sorprenderme. Muchos de los interrogantes que he planteado anteriormente son tratados entre sus páginas y a pesar de ser una historia inventada por la mente de un gran narrador, plantea cuestiones que todos tenemos miedo de afrontar como reales; movido por las mismas inquietudes que todo ser humano, nos enfrenta a situaciones y dilemas que estoy segura que si leen, admitirán que a ninguno nos han pasado por alto. Eso sí, la gran maestría con que está escrita y su singularidad lo hacen todo más llevadero, no como en la vida real.
Muchas religiones y sociedades nos han querido, o quieren hacer, creer que el destino de las personas está previamente determinado. Y un gran número de personas creen que tienen un destino marcado. En más de una ocasión habrán oído aquello de todas las cosas pasan por algo y tienen una explicación, sin embargo, si ponemos a prueba preguntando el porqué de algo al individuo que nos lanzó tal afirmación, daría igual lo que hubiéramos preguntado, pues no sabría respondernos. Ningún ser humano es capaz de responderse a sí mismo.
Otra interrogante importante para una persona es saber el lugar que ocupa en cada momento. Esta cuestión la solemos resolver dando importancia a nuestros logros personales. Cuando nos presentamos a una persona y entablamos una conversación, de forma equivocada pensamos que nuestros logros harán ver a los demás y a nosotros mismos, el lugar que ocupamos en la sociedad y que tanto nos cuesta distinguir de aquello que somos realmente. Con frecuencia no sabemos por qué estamos donde estamos, ni para qué.
Y el futuro… ese que a veces parece que nos preocupa, ¿qué va a pasar? Constantemente hablamos de aquellas cosas que creemos que podrían mejorar en el mundo. Algunas de ellas se relacionan con la educación, la salud, alimentación, la relación de las personas con la naturaleza ¿Cómo podríamos cambiarlo? Desde que existe la humanidad, las personas se han relacionado con la naturaleza de diversas formas y sin entrar en la responsabilidad de cada uno de nosotros para con esta, nos ha brindado todo lo que hemos necesitado para sobrevivir. Quizás debiéramos preguntarnos como ha ido evolucionando la relación que las personas tenemos con ella. Hay cosas que seguimos sin entender del todo y que solo podrán ser comprendidas en el futuro.
Mi conclusión es que tal vez en momentos concretos creemos tener un determinado número de certezas que nos hacen incluso sentirnos invencibles, pero la realidad es que somos ricos en incertidumbres. Ya en la antigua Grecia Platón sostenía que aquello que conocemos es, en verdad, un engaño. Vuelvo a recordar ahora, ese diario tan ficticio como real de la novela que les hablé al principio. Su protagonista, una joven periodista vasca se enfrenta a lo que nunca jamás había imaginado. Descubre lo peor de aquello y aquellos que le rodean, lucha por salvarse sin saber realmente a qué se enfrenta. ¿Qué final nos espera? Al menos muy pronto una segunda parte de esta novela me hará descubrir uno de los finales posibles. Lo que ocurrirá realmente lo descubriremos todos más adelante, o tal vez no…


