Los periodistas en Cádiz continúan haciendo un trabajo de primer nivel, muy por encima de las 'facilidades' que ofrecen algunos políticos.
La Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) falló la semana pasada el XV Premio Cádiz de Periodismo, que recayó en María Almagro por una serie de reportajes sobre el narcotráfico en la provincia. En ellos, nuestra compañera de profesión detalló con gran precisión la situación en algunos de los lugares más castigados por la droga en una provincia como la gaditana, por la que se introduce la mayor parte del hachís que llega a España. Un trabajo el de Almagro, sin duda, ejemplar y no exento de riesgos para denunciar algo que, por repetido, hay quien se resigna a aceptar.
Como mención especial, también se reconoció el trabajo de Laura Garófano y Leyre Iglesias en el que relataban la historia de Samuel, el pequeño fallecido en el naufragio de una patera en el Estrecho cuyo cadáver apareció en una playa de Barbate. Ambos trabajos, el del narcotráfico y el de Samuel, tienen algo en común, y no es otra cosa que la calidad periodística. Tuve la suerte de formar parte del jurado y poder comprobar por mí mismo que los periodistas en Cádiz continúan haciendo un trabajo de primer nivel, muy por encima de las facilidades que ofrecen algunos políticos empeñados en que conozcamos la realidad, la suya se entiende, vía comunicados de prensa, sin dar la cara en comparecencias.
Por eso resulta muy gratificante que en una época como la actual, en la que la profesión de periodista está denostada, mal pagada y perjudicada por la confusión entre periodismo y redes sociales, sean muchos los profesionales que aportan a la sociedad un relato fiel, documentado y bien apartado del sensacionalismo de asuntos que, como ciudadanos, nos preocupan a todos: narcotráfico, inmigración, desigualdades sociales, represión…
En una reciente entrevista en lavozdelsur.es, el nuevo presidente de la APC, Diego Calvo, apuntaba que los periodistas debemos dignificar la profesión. Y tras comprobar personalmente los trabajos presentados al Premio Cádiz de Periodismo, comienzo a ver el futuro con esperanza, convenciéndome aún más del papel fundamental del periodista para denunciar todo tipo de abusos y hacer llegar a la sociedad aquello que otros pretenden que se oculte o, al menos, que sólo se conozca su interesada versión.
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