La risa, según los expertos, no es sólo sinónimo de salud física sino psicológica. Beneficiosa para nuestro organismo y para nuestro estado de ánimo.

Cuando las personas ríen, suele ser de felicidad, y en política por el trabajo bien hecho, pero no siempre ocurre así. Nuestra alcaldesa, la de Jerez y de Villafantasía desde su casa de mazapán y algodón de azúcar; ya no ríe en la calle donde tantos eventos-espectáculos ha protagonizado con la premisa de una fotografía.

Claro que no es lo mismo reír en el Gobierno que en la oposición, aunque para Pelayo no hay distinción. En ambos casos, a veces para captar la atención es necesario incluso ridiculizar al adversario político, pese a que el aforo del lugar esté repleto de vecinos y vecinas ajenas a todo.

Esa es la Sra. Pelayo que yo conozco. Aquella que no hace muchos días en la inauguración de una esperada obra en el azud de El Portal no paró de reírse, ante la presencia de la consejera del ramo, cuando se explicaba la importante inversión que se había hecho en el fondo del río Guadalete.

Una falta de respeto a las instituciones y a sus cargos que a nadie sorprenden a estas alturas de la película, conocedores como son del especial gracejo y risa de la hoy primera autoridad local y de sus aprendices de malas formas como dejó constancia ayer Lidia Menacho, fina y ocurrente oradora donde las haya, capaz de pedirle a una presidenta de la Junta “que se lave la boca” en un afán de defender a PPelayo, más conocida esta semana como Nuestra Señora de las Penas de Jerez.

Sin embargo, como todo en la vida, y así reza en el título de la famosa película, existen Sonrisas y lágrimas, porque todo puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos.

El devenir de la política y de la gestión pública conlleva también muchos sinsabores. El último lo ha conocido esta misma semana con su presunta implicación en la trama Gürtel por la posible adjudicación irregular de contratos a amigos del PP.

De repente la risa ya no está; esa misma risa que borró de un plumazo de la cara de 260 personas despedidas del Ayuntamiento, o las de los ciudadanos que han visto subir la factura o el corte del suministro tras la privatización de Aguas de Jerez, o la de los empleados municipales que ríen a veces por no llorar cuando el pago de la nómina se hace a plazos o cuando se les recorta el sueldo en base a una RPT que sin embargo prima con productividades y subidas a otros colectivos de trabajadores públicos.

Una risa que difuminó las ilusiones del colectivo de exclusión social cuando supieron que los tres meses de trabajo prometidos se esfumaban por arte de magia.

Está claro que quien siembra vientos, recoge tempestades… Daños colaterales que ya están suavizando su risa o quizás ésta haya quedado congelada en un rictus amargo… con toda la apariencia de una máscara que descubre su gran mentira. Ahora ya no puede presumir de ser la Sra. de los Milagros de Jerez, sino como decía anteriormente de ser la Sra. de las Penas y también de la Mentira.

Una vuelta de tuerca más de piromanía a quien ha incendiado de escándalos y circos a la ciudad, y que ahora ve el fuego venir. Se le apagó la luz… y la sonrisa.

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