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Basta con darse una vuelta por el centro: al menos hay tres locales señeros en la vida de Jerez que ahora mismo están fuera de combate.

Tras la Navidad llega un momento de cierto parón en Jerez. Igual que ciudades vecinas están a punto de vivir momentos clave en su ciclo anual —Cádiz con su carnaval, sin ir más lejos— la vida en Jerez, en el centro de Jerez, parece ralentizarse durante unas semanas, hasta que se empiece a ver las primeras japonesas que anuncian, sin pretenderlo, el inicio del Festival Flamenco y, casi casi, la primavera.

Hablamos, lógicamente del ciclo de la hostelería, del turismo, que sin duda ha supuesto grandes modificaciones en un plazo, digamos, de 15 ó 20 años a esta parte, en la vida económica y de ocio de la ciudad y de cómo se organiza la misma. Antes noviembre formaba también parte de ese aletargamiento, un período entre el buen tiempo y las primeras Zambombas, pero ya no, el cambio climático —lo más probable— o una simple sucesión de meses de noviembre bonancibles han hecho que noviembre sea veranillo en Jerez. Incluso estaba el ferragosto, el bajón estival de Jerez, antes casi un páramo durante un par de meses y hoy segunda línea de playa. Aquellas salidas nocturnas a El Puerto en verano casi obligatorias para los que no tuvieran la suerte de estar ya en la costa, una propuesta hoy muy matizada por la ampliación de la oferta en Jerez y el miedo a soplar después de soplar…

Tanta teoría… basta con darse una vuelta por el centro: al menos hay tres locales señeros en la vida de Jerez que ahora mismo están fuera de combate, cerrados aprovechando la resaca de las Navidades para realizar reformas o simplemente ponerse al día con los descansos del personal, ahora que ataca el frío. Ya falta menos para que lleguen las japonesas…

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