Los parcas y los elegidos

Nos hemos tirado meses debatiendo semánticamente y sin especial conclusión activa sobre si actos criminales probados son un genocidio o no

23 de octubre de 2025 a las 13:01h
Una huelga reciente por Palestina en Sevilla.
Una huelga reciente por Palestina en Sevilla. GONZALO TORO

Nona, Décima y Morta (o si lo prefieren… Cloto, Láquesis y Átropo) delimitaban el nacimiento, la vida y la muerte de los seres comunes. El fatum o destino estaba en manos de esta trinidad que según latitudes y espacios temporales corresponden a otras denominaciones como Moiras, Nornas o Laimas. Los tiempos actuales resultan inquietantes por la evolución vertiginosa de acontecimientos, pero sobre todo por la rápida transformación del pensamiento individual y colectivo hacia una suerte de vasallaje inducido y consolidado por doctrinas y tiranos autoelegidos para el gobierno absoluto de nuestro discurrir.

Me invade un pavoroso escalofrío el análisis de las reacciones humanas cuando se diseccionan los entresijos y las conclusiones otorgadas como verdades irrefutables, aunque estas vengan derivadas de la chabacanería, el fanatismo y la incongruencia más absoluta. Confieso el desvelo y desánimo que me acontece al escribir sobre el contexto y urdimbre en el que engarza mi trama invisible, porque ya hace tiempo que la razón y el argumento no cuajan con la irracionalidad imperante.

Probemos a tirar de un hilo inicial reciente con la cumbre de Sharm el Sheij, donde una treintena de líderes mundiales (invitados por el régimen no especialmente aficionado a la democracia de Abdelfatah El-Sisi), rinden pleitesía a un totalitario narcisista con frustrada vocación de Premio Nobel. Recordemos que ese acto simboliza y glorifica la “paz conseguida” a una “octava” guerra (Gaza-Israel), que el nuevo emperador mundial ha conseguido con su omnipotente diplomacia en un suma y sigue que parece señalar ahora a Venezuela como nuevo espacio a liberar, en lo que esperemos no sea un revival del Plan Cóndor y la Escuela de las Américas (operación de injerencia militar y política que en cierta forma no ha parado desde 1975).

La afirmación embustera y propagandística del US. Departament of State sobre los siete conflictos previos “solucionados” no permite una aclaración detallada en este espacio, pero dejo a la iniciativa intelectual revisar esa versión de los procesos históricos y situaciones actuales de Camboya y Tailandia, Serbia y Kosovo, República Democrática del Congo y Ruanda, India y Pakistán, Israel e Irán, Egipto y Etiopía, Armenia y Azerbaiyán. La mentira, el chantaje y la amenaza funcionan a nivel mundial, lo saben muy bien los Donald, Vladímir y Xi elegidos para portar cetro y orbe. Las dictaduras o democracias diluidas del siguiente escalafón de poder les siguen sin rechistar y aprovechan rebufo. El gallinero restante (donde se encuentra la noqueada Europa), se aparta a un lado o se arrodilla sin pudor.

Analicemos la reacción de los mortales al respecto por si hubiera esperanza, saltándome la infame correspondencia entre lamentable clase política y voto individual, por aquello de recordar que lo introducido en las urnas es una responsabilidad directa de la ciudadanía (al menos en las democracias formales). Pongamos incluso que, hastiados del sistema y conscientes de la inutilidad en el designio de nuestros próceres, actuamos con lo que tenemos lo que ahora reitera el populismo de izquierdas como “sociedad civil organizada” o sans-culottes postmodernos que desde las bases conseguirán el asalto a los cielos y acabo de tener un Déjà vu de un partido revolucionario que prometió la gloria para acabar como miseria residual.

Nos hemos tirado meses debatiendo semánticamente y sin especial conclusión activa sobre si actos criminales probados son un genocidio o no. El término atribuido al jurista polaco Raphael Lemkin se enmarcaría en una idílica Corte Penal Internacional, pero se ha demostrado goma de mascar estirable en función del poder que tenga la entidad acusada, refiriéndome no únicamente a la denominación, sino a las consecuencias derivadas. Si vamos hacia atrás, la elasticidad depende aún más del juicio y poder político, sin que la historia haya otorgado el mismo nivel ético al Holocausto nazi, el Holodomor estalinista, la Masacre de Nankín, la destrucción civil masiva de Arthur Harris como jefe del Comando de Bombarderos de la Real Fuerza Aérea o sendas bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki, por citar ejemplos.

Términos aparte y siguiendo centrados en la cuestión gazatí, como entidad social se denota una dificultad enorme en reconocer que el nivel del gobierno israelí y la organización Hamás tienen la misma catadura moral, que no es sino la del exterminio del otro. La brutalidad bíblica de Israel tiene su reciprocidad en las escenas vividas el 7 de octubre de 2023, con la única diferencia de la proporcionalidad estadística. En ese sentido, la visión aniquiladora del contrario no depende de la contención y bondad ideológica de un bando, sino de tener o no el poder de ejecutar esa acción.

Si por sintonía, Estados Unidos e Irán son los máximos y recíprocos partidarios de los anteriores, andamos como mínimo en la misma melodía de odio y si se quiere, comportamiento genocida. Por añadidura, si bien queda claro que todo el espectro político a la diestra se ha vuelto sionista-trumpista convencido de cualquier salvajada, también es cierto que las izquierdas despliegan simpatías sin mucho filtro hacia todo lo multiculturalmente islámico (por fascículos o grosso modo), mientras construyen amplias varas de medir si el agente opresor es Rusia o China.

Con el precedente de acciones en la vuelta ciclista, nuestro país ha cobrado protagonismo con la llamada Flotilla de la Paz, a priori una acción loable, examinada en profundidad, con puntos muy cuestionables. Junto a integrantes razonables e íntegros, han participado “adjuntos” lamentables como etarras del ala dura, mucho independista catalán e influencer mediática, con los que personalmente no iría ni a la vuelta de la esquina; por cierto, estaría bien destacar el rechazo de algunos de estos individuos a tomar un avión militar español A400M para la repatriación y aclarar si además implicó el pago de billetes “civiles” extras. A todo ello y de fondo, se añadió una huelga estudiantil y otra general de trabajadores más automática que reflexiva, y me temo que con limitación en el conocimiento de algo tan complejo.

Lo probé con mis alumnos y lo indagué al ir a las manifestaciones y al analizar las declaraciones de teóricos protagonistas, resultándome ausentes de resolución a un examen básico en la materia: identificar países en mapa mudo de Oriente Medio; diferencias entre sufismo, salafismo, wahabismo, sunismo, chiismo o alauismo; descripción étnica de pueblos y linajes semita, árabe, beduino, omeya, abasí, hachemí o hutí; explicación razonada de la bandera palestina, del lema “desde el río hasta el mar”, del concepto, persona o hecho histórico como Acuerdos de Oslo, de Camp David y Sykes-Picot, Gran Israel, Fatah, Hezbolá, Madhab, Judea, Abdul Rahman Hassan Azzam, Amin al-Husayni o Marwan Barghouti. Conclusión: si un 30% de la población que se posiciona en el conflicto saca un aprobado, me doy con un canto en los dientes.

Respecto a nuestra postura gubernamental, no se me caen los anillos en reconocer las valías de un ejecutivo que no trago, pero que al menos dos veces al día marca la hora. Reconocer el estado palestino (siempre que se elimine de la ecuación a Hamás), y la posición de los “dos estados” es un acierto. También me parece valiente vetar el paso de armas por Rota y Morón con destino a Israel, o materializar una ruptura en el comercio militar (con impostura patética de Unidas-Podemos), aunque nos juguemos mucho en proyectos estratégicos de defensa como el programa de lanzacohetes SILAM, o los sustitutos de los misiles SPIKE LR2 y los designadores Litening V para los Eurofighter de los programas Halcón I y II, entre otros. Como matiz, mandar con la flotilla el Buque de Acción Marítima P46 Furor (no es una fragata ni tampoco un simple patrullero), es un farol pelín cantoso a un coste elevado.

Con todo, lamentablemente no se va a parar los repugnantes planes de lucro del futuro “Resort Nueva Riviera del Mediterráneo”, la paz es una quimera con miles de palestinos parias en espera de destino, y el caos de milicias transitorio permite que Hamás sea incomprensiblemente el interlocutor frente a la Autoridad Nacional Palestina, con ejecuciones públicas que el mismo Trump justifica necesarias con la misma demencia inconexa con la que le riñe tenuemente a Israel por el ataque a Catar. Que me expliquen la cordura de todo esto recordando que el propio Netanyahu reconoció la financiación del grupo terrorista por aquello de divide y vencerás, saltándome que el todopoderoso Mossad pudiera haber dejado vía libre a la Operación Inundación de Al-Aqsa para generar la cruel reacción posterior (para los reacios a las conspiraciones, hay muchos ejemplos históricos de acciones gubernamentales similares que han beneficiado a la “potencia nación agredida”).

Finalmente, nos queda la guerra del amigo Putin, un hueso duro de roer cuando otro matón del barrio tiene más maldad interiorizada. Seguramente el presidente norteamericano no sea el agente encubierto “Krasnov”, pero su homólogo eslavo debe tener buena información confidencial y personal desde que buscaba negocios por Moscú y San Petersburgo en 1987, con una Unión Soviética a las puertas de su desintegración y un montón de magnates mafiosos y rublos abriendo el futuro a un nuevo orden y alianza transnacional.

Que su primer matrimonio en 1977 fuera una mujer de la entonces comunista Checoslovaquia quizás sean antecedentes algo rebuscados de los tentáculos del Kremlin, en especial comparados con la más que certera probabilidad de interferencia rusa en las elecciones de Estados Unidos del 2016 (Cf. Wikileaks-Russiagate). Para Ucrania pintan bastos: en la última reunión a puerta cerrada con Zelenski, Trump tuvo una charla “larga y productiva”, gritando, amenazando, tirando papeles y mapas con la exigencia de que se asumiera el territorio perdido.

De los prometidos misiles Tomahawk, donde dije digo, digo Diego…todo un sueño húmedo para el zar (suponiendo que tenga emociones), y un regalo hasta la próxima “operación especial” que le apetezca. La reunión de Budapest, patrocinada por el mayordomo Viktor Orbán, se cancela, con la interesante amenaza de Polonia de hacer aterrizar la aeronave presidencial Ilyushin Il-96-300PU si volaba por su espacio aéreo, obligando a un incómodo rodeo desde Moscú a través de Turquía, Montenegro y Serbia. El emperador seguirá mintiendo, manipulando y estrechando manos con tirones de fuerza, mientras otorga préstamos de 20.000 millones de dólares a Milei o se retrata mediante IA, sentado en un caza con una corona y arrojando mierda sobre sus ciudadanos disidentes. Hablando de escatología, qué buenos sicarios patriotas tiene España para que repregunten en reuniones de prensa de la Casa Blanca sobre el 5 % de aportación a la OTAN. La vida sigue y todo vale.

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