Fleming firmando en una bota de Jerez, portada de '¡Vigilad a Fleming!', libro de José López y Ramón Clavijo.
Fleming firmando en una bota de Jerez, portada de '¡Vigilad a Fleming!', libro de José López y Ramón Clavijo.

Hace unos días y a propósito de esta novela mantuve un diálogo con la Inteligencia Artificial para conocer su opinión. La consulta fue una enorme decepción, casi irritación, pues mi colega sabihonda confundió los lugares en los que se desarrolla la trama con los que aparecían en otra novela anterior denominada Juegos de marionetas. Me enfadé con ella y le mostré mi contrariedad. La IA reconoció su error, me pidió disculpas y tuvo mucho cuidado en eliminar mis reproches y mis palabras despectivas: “Contenido quitado. Este contenido podría infringir nuestras políticas de uso”.

Literalmente me dijo: “Entiendo perfectamente tu frustración, y te pido disculpas sinceramente. Me equivoqué en algo importante: confundí dos novelas de los mismos autores, lo cual no tiene excusa, especialmente cuando se trata de responder con precisión y respeto al trabajo literario y al interés del lector”. Y siguió tratando de adular mi curiosidad: “Si te interesa, estoy disponible para darte una reseña correcta y centrada exclusivamente en ¡Vigilad a Fleming!, basada en fuentes fiables. ¿Quieres que lo haga ahora?”. Yo le respondí: “No quiero. Me has defraudado. Creo que gozas de una fama y un prestigio inmerecidos”. Y se despidió de mi con palabras protocolarias pero huérfanas de un arrepentimiento sincero y honesto: “Lo entiendo y respeto tu decisión. Lamento profundamente haberte defraudado. Si en algún momento decides darme otra oportunidad, estaré aquí para ayudarte con mayor rigor y atención. Gracias por señalar el error con claridad”. Sostengo con la IA una relación de amor y odio.

Más allá de este curioso altercado, la novela responde a la máxima clásica de “entretener enseñando”, pues consigue engolfar al lector en la trama mientras va mostrando a retazos el cuadro social de aquél Jerez de 1948 -casi diez años después del fin de la Guerra Civil- triste, hambriento, oscuro, delator…en consonancia con aquella sociedad acogotada por el miedo por una represión inmisericorde, de extrema dureza, a la menor disidencia. Como dice la IA, “la serie del inspector Castilla ha sido reconocida por su capacidad para combinar el suspense propio del género negro con una rica contextualización histórica, lo que permite al lector no solo disfrutar de una trama intrigante, sino también reflexionar sobre los aspectos más oscuros de la historia reciente de España”.

Por otra parte, en la novela aparecen dos guiños literarios que me gustaría señalar: uno metalingüístico con aire pirandelliano en el que los personajes confrontan con los autores sobre el uso y abuso de refranes, frases hechas y metáforas que les “obligan” a emplear en el guion. Y otro guiño, más local, al incluir un “cameo” del escritor Agustín García Lázaro (caracterizado en el personaje de un cabo llamado Lázaro García, experto en la geografía del entorno jerezano, que -a una pregunta- indica la ubicación exacta del bosque de Las Aguilillas).

El primero, esta controversia metalingüística (en la estela que señaló la obra Seis personajes en busca de autor de Luigi Pirandello) sobre el abuso de refranes la soluciona indirectamente el académico Gella Iturriaga cuando indica en su libro Flor de refranes cervantinos que en El Quijote aparecen 530 refranes, 659 si contamos los repetidos. El problema pues (tercio yo, lector, entre autores y personajes) no reside en su número sino en la idoneidad del momento narrativo y la pertinencia con lo que se quiere contar. Y en la obra de López y Clavijo están traídos siempre con eficacia literaria al servicio de la narración. Como debe ser. Sobre el “cameo” de García Lázaro me parece un pequeño homenaje más que merecido a este escritor que debería ser nombrado hijo predilecto de nuestra ciudad por su incansable aportación al conocimiento y cuidado del entorno geográfico e histórico del término municipal de Jerez de la Frontera.

En definitiva y en general, una novela que mantiene la dignidad de la serie a la que pertenece, interesante, bien escrita, que no desmerece los anteriores títulos de esta serie histórica sobre Jerez y su postguerra civil.

Enhorabuena a José López y Ramón Clavijo.

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