El Faro de Chipiona, en una imagen de archivo.
El Faro de Chipiona, en una imagen de archivo.

Curiosa noticia recogida en el diario El Faro de Chipiona:

“A don Fulanito de tal y tal, patriota, exministro y exbanquero donde los haya, ayer tarde cuando paseaba por el parque de El Retiro se le cayó la cara de vergüenza.

Ingresado de urgencia en el hospital Gregorio Marañón, no pudieron atenderle porque las reconstrucciones faciales no las cubre la sanidad pública. Su esposa, imputada por defraudar a Hacienda a pesar de la amnistía fiscal legalizada por el exministro, se encuentra desolada y ha regresado con urgencia desde Panamá, a donde le habían llevado asuntos empresariales y financieros. “Dejemos actuar a los jueces”, ha declarado al regresar, con la confianza que esta familia ejemplar ha mantenido siempre en la justicia humana. También declaró a renglón seguido: “Fiel. Muy fiel. A mi marido le ha sucedido este percance porque siempre ha sido muy fiel”. No especificó si esta fidelidad era con la Patria, con la Hacienda Pública, con el Partido, con su propio matrimonio o con todo, en general.

Sobre este hecho, toda la prensa nacional se hace eco del clamor ciudadano para que la sanidad incluya en sus prestaciones todas las intervenciones de cirugía plástica, con independencia del motivo del accidente. Un ejemplo más del papel de la prensa independiente para recoger y expresar los verdaderos problemas de la ciudadanía, en cumplimiento de su inestimable contribución al sistema democrático.”

A veces uno añora la escena del camarote de los hermanos Marx, con perdón del apellido: tiene mucho más lógica y más sentido que la propia realidad, aunque ésta sea inventada. Cuando el absurdo no se distingue de la realidad, cuando hay un alboroto intencionado para taparla, probablemente la postura más sensata sea el silencio… y procurar la honestidad a todo trance.

Quizás no sepamos cómo deberían de ser las cosas, pero sí sabemos cómo no pueden ser. Por eso, hoy más que nunca, sobran los discursos, los alegatos, las diatribas, las campañas, las declaraciones. La resistencia ciudadana solo debe usar una palabra: No.

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