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Se nota que Serrat no nació en la provincia de Cádiz. Si no, que le pregunten a los hosteleros a pie de playa.

"Si algún día para mi mal viene a buscarme la Parca, empujad al mar mi barca con un levante otoñal y dejad que el temporal desguace sus alas blancas...". Aunque reine de Algeciras a Estambul, se nota que Serrat no nació en la provincia de Cádiz. Si no, que le pregunten a los hosteleros a pie de playa.

Aunque tras el macabro terremoto de Italia no tengamos derecho a quejarnos, la palabra que más se escucha desde que comenzara el mes de agosto en la zona no es otra que aquella que ha sido declarada non grata por el turismo gaditano: Levante. Un término que, aunque haya llenado la caja de alguna desaparecida banda sanluqueña para la que no estaba de moda "practicar sexo", siempre ha sido temida por los bañistas y los que viven del negocio en la provincia.

Aunque todo el mundo coincide en que no se recuerda un verano en el que haya sido tan intenso y prolongado como éste, que será rememorado como el del Levante igual que el de 2003 fue el de la ola de calor. De este modo, jornadas que se esperaban paradisíacas te convierten en Lawrence de Arabia en medio de Valdelagrana o La Puntilla, sorteando tormentas del desierto y aguantando una toalla que más bien parece la alfombra de Aladdin. Solo en las calas de zonas como Roche se encuentra un semiescondite para resguardarse del huracán de arena.

Al menos, siempre nos quedará el consuelo de los chistes, que suelen aflorar para burlar las malas épocas: "Quillo, eso que es, Levante o Poniente? No sé, picha, pero el mojón va pa ti".

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