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1. Después de lo ocurrido ayer ya nada puede seguir igual. La brutalidad policial y la masividad de la respuesta ciudadana, marca un antes y un después. Y todos los escenarios, unos más deseables que otros, están abiertos.

2. Hay que destacar la impresionante movilización popular del pueblo de Catalunya que no tiene parangón ni en otros lugares de España ni siquiera en Europa. Una movilización social que ha resultado imposible de ocultar incluso para los más conspicuos medios anticatalanes que a lo largo de esta semana han azuzado el conflicto y el enfrentamiento. Que han jaleado el ignominioso ¡a por ellos!

No viene de ahora. La articulación de la sociedad civil catalana es uno de los elementos definitorios de la situación y del futuro, sin el cual no se entiende nada. Y no sólo para la cuestión nacionalista. Lo han demostrado en las movilizaciones contra la guerra, contra el terrorismo o con el millón de manifestantes que en febrero salieron a la calle al grito de ¡queremos acoger ya! Porque abarca a centenares de asociantes y colectivos que trabajan por causas muy diversas, desde le enseñanza a la cultura pasando por la inmigración, los derechos de la mujer o los derechos humanos. Es difícil de entender y hacerse una idea sobre esto desde lugares como Cádiz en los que los movimientos asociativos están realmente débiles.

3. La reacción de Estado, bajo la coordinación de un guardia civil que se apuntó voluntario con camisa azul al 23F y de un pirómano llamado Rajoy, émulo de Erdogan, ha sobrepasado con creces las líneas rojas de actuación de un estado de derecho. Las imágenes que hemos visto de policías y guardia civiles atacando con saña a pacíficos ciudadanos que querían votar, de agentes requisando urnas y golpeando a todo el que estuviera en su camino, quedará para siempre como una vergüenza para la democracia, que ha quedado profundamente dañada.

Comparto la opinión de Ignacio Escolar de que es Rajoy el que rompe España: “Fue Rajoy, desde la oposición, quien incendió la convivencia con Catalunya con su recurso y su recogida de firmas contra el Estatut. Fue Rajoy, desde la mayoría absoluta, quien se pasó cuatro años ignorando ese problema que él mismo había creado. Es Rajoy quien este domingo ha echado más gasolina a este fuego con una intervención policial que dejará heridas profundas”.

4. Ha votado en torno al 40% del censo, unas 2.200.000 personas. Es una cifra impresionante en el contexto en que se produjo, de acoso, derribo y violencia por parte del gobierno del PP. Y resulta desvergonzado, hiriente y cínico que los mismos que ha hecho todo lo posible e imposible para bloquear el referéndum, ahora critiquen la falta de garantías en que se ha celebrado.

Una movilización explicable no sólo por adhesión a la causa independentista sino como rechazo expreso a Rajoy y su gobierno, por reafirmación democrática para exigir el derecho a decidir y a votar, afrontando sin miedo y pacíficamente la violencia policial.

5. No me gustaría decirlo, pero es imprescindible hacerlo porque es otra ecuación que explica lo que está pasando: el papel del PSOE a mi modo de ver, pegado a la rueda de Rajoy y solo timoratamente marcando alguna distancia a última hora es lamentable y ha perjudicado mucho una solución dialogada y democrática del complejo problema que afronta este país en relación a la cuestión territorial

6. Porque efectivamente la situación ahora es extraordinariamente compleja. Más si cabe que hace una semana. En mi muy modesta opinión una declaración unilateral de independencia no sólo sería un error inmenso, sino que no resulta democrática en este contexto. No se puede dar un paso tan importante como crear un nuevo estado y separarse de España en base al referéndum de ayer, en las condiciones obligadas en que se ha realizado incluso pese a la importante participación popular. No existe, creo, la suficiente legitimidad democrática para ello.

7. La tarea de las personas que defendemos los derechos humanos, en mi opinión, es exigir ahora que se determinen las responsabilidades de quienes actuaron con saña contra la gente, y de quienes los enviaron a golpear indiscriminadamente. No nos toca apoyar o denostar nacionalismos o deseos independentistas, pero sí exigir el respeto a los derechos humanos en su más amplia acepción. Y exigir a los medios que fomenten el diálogo y la solución pacífica y no el enfrentamiento y el agravio como han venido haciendo en su mayoría. Del mismo modo exigir desjudicializar el conflicto y devolverlo al lugar de donde no debió de salir, el ámbito de la política. Y por tanto, en ese ámbito, exigir que se busquen soluciones para el futuro del encaje de Cataluña desde el diálogo y la negociación, siendo conscientes de la difícil articulación territorial de este país que no viene de ahora.

Pero, por desgracia, lo ocurrido ayer me reafirma en lo que decía hace unos días en otro artículo: El PP actual, especialmente sus actuales dirigentes, es el verdadero problema, un auténtico obstáculo para las libertades y derechos democráticos y parece que la solución y alternativas de futuro a los graves problemas que tenemos en este país (desde la articulación territorial a la corrupción, desde la cuestión social a los derechos y libertades), no van a venir de su mano.

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