Una pareja bailando en una pasada Feria del Caballo. FOTO: JUAN CARLOS TORO.
Una pareja bailando en una pasada Feria del Caballo. FOTO: JUAN CARLOS TORO.

Porque no basta con nacer en el corazón de Triana, a dos pies de La Caleta o venir al mundo por la jerezanísima calle Porvera para declararse andaluz.

Ser andaluz es otra cosa. Es verdad que puede ayudarte a creer que eres un andaluz por los cuatro costaos si no paras de afirmar, con razón o sín ella, que las papas con chocos es lo mejor que hay en esta vida, que el Cristo de las Tres Caídas tiene el rostro más hermoso del cielo o que te pones la camisa del Betis hasta para ir a un entierro.

No dudo de que todas estas medias verdades queden muy bien de cara a la galería y en los pies de fotos del álbum familiar. Ezequiel. Feria de Córdoba. 1999. Mi Verónica frente al Cachorro. Pero te aseguro que este amor —en muchos casos de boquilla— no ayudará a sacar del pozo a nuestra tierra.

Una tierra que si quieres trabajarla tienes que hacerlo por un salario de esclavo de siglo XXI o en unas condiciones impropias que restarán el tiempo que tendrías que pasar con tus hijos o de descanso. Porque se trabaja de sol a sol —como me contaba mi padre— si quieres darle algo más que alimento a tu familia. Porque se trabaja con la soga al cuello... ya que el trabajo escasea y mejor mula de carga que carne de sofá. Me pregunto cómo puede salir adelante un pueblo donde los pobres condenan y culpan a otros pobres. Así nunca.

Así que si quieres ser andaluz ayuda a destrozar el latifundio subvencionado. Sea en Carmona, en Priego o Montoro y abandona el vasallaje. No por nacer con tu puerta mirando al campo debes de morir ahogado en el campo.

Si quieres ser andaluz... olvida los complejos, olvida Cataluña y la unidad de España, olvida esa Andalucía de abanico y fiestas que te dijeron que eras y lucha, vota y discute para no seguir estando a la cola de todo. Me hace gracia observar estos días en la televisión cómo los grandes partidos se reparten Andalucía. No..., yo más. Yo hago más. Tú pudiste pero nada. Yo podría pero no me ayudas.

¿Cuándo el andaluz se ayudará a sí mismo? ¿Cuándo se dará cuenta del potencial que tiene? En el colegio, hace ya mucho, recuerdo que la llamaban los libros de texto El pequeño continente. Es una frase hecha pero encierra tantas pequeñas verdades.

Porque quiero seguir viviendo en mi Andalucía pero no para ser el criado de los norteños —que vendrán por miles y miles— a vivir los milagros de nuestra tierra. Porque te doy la razón: en Andalucía como en ningún sitio. Pero... ¿cuándo el andaluz tendrá cabida y un sitio privilegiado en otras tierras?

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