María Benítez, con sus dos hijos, uno de ellos el autor del artículo.
María Benítez, con sus dos hijos, uno de ellos el autor del artículo.

Será del 62. Mi madre delante de todo... en blanco y negro.

El cortijo, muy al fondo de la fotografía, tiene la cancela mirando a la linde y las ventanas de las cuadras a la loma del moro. Todavía estará la camisa ensangrentá del sultán. La tenían metía en una cajita de cristal, retumban en mí ahora las palabras de mi tía Rafaela.

La Canela andará detrás de mi madre con el hocico empinado hacia arriba y sus orejas levantá pero lo hace lentamente —dando tiempo al espacio— porque ya le pesan sus años perros. Ay La Canela.., que era más buena que cualquiera.

Por encima de los caminantes nubes de agua y el horizonte partido donde se juntan los ríos. En el primer plano... piedras.

Andar ayuda a olvidar pero aquel camino pedregoso nunca lo caminan los señoritos salvo con la ayuda de alguna bestia. Bajo los pies de mi madre la margarita y el cardo. Santiago, no nos dejaban coger ni las tagarninas. Fíjate cómo serían.

La alambrá de espinos hace sietes metálicos de sangre y traen la acetona a la lengua. El grito de un niño sabeNunca cojas caracoles de la ortiga ni de la alambrá porque amargan, me dice mi padre junto a la montera del torero.

La fotografía, en mis manos, hace el mismo sonido que el de un pequeño pájaro herido. Acércale la nariz, no temas, no te va a picar.

Como si lo trajera el arroyo viene el ladrido del perro, el relinchar del caballo. Es un susurro de papel viejo. Habla mi madre a su cuñá sin apartarle los ojos al sol que golpea de frente. Qué le diría mi madre a mi tía me pregunto cuando la que habló por los codos, poco a poco, va dejando de hablar.

Tiene estrechada la mano de mi padre. Nunca me había detenido en el curioso enjambre que dibujan dos manos enlazadas. Nunca hasta hoy que lo más sencillo es un mundo. El algodón corta. Qué loco me puede llevar la contraria.

El amor tiene la cualidad de guardar los olores de lo que se ama. Ella, sin tenerlo, podría oler la nuca y las sienes del muchacho que le acompaña en la instantánea. Él, que en la foto mira al campo de los trigos, cada mañana le huele las manos. Jabón y agua es mi madre.

No olvides mi niño. Que le cueste entender... no quiere decir que no sienta.

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