Dibujo que representa la guerra.
Dibujo que representa la guerra.

Le acaban de servir la sopa pero por la columna de humo que levanta el plato de Ramen sabe que tendrá que esperar unos minutos si no quiere quemarse los labios. Aunque también es cierto que a Yoshi no le importa.., es otra noche de sábado y se sabe con todo el tiempo del mundo por delante. No lo dice él sino las flores de los cerezos que todavía —y aunque queden pocas horas para su florecimiento— siguen negándose a su porvenir.

Sólo hay una cosa que le inquieta y le hace mirar el móvil de una manera casi enfermiza.., incluso para él: Tomoko, la joven que conoció hace una semana en el Seattle Coffee, está a punto de llegar. Sólo conoce su nombre y su boca, nada más, pero lo suficiente para haberle llenado de fantasías sus sueños de una semana. Yoshi no espera mucho —nunca fue de esperar— pero si desea que ella quiera darse a conocer el tiempo suficiente para pasar esos días de fiesta y poder llevarla a la cama dos o tres veces aunque con una también bastaría. Sabe de sobra que no es su tipo.

Sevilla..., en el mismo momento.

Juan y Luisa han tardado en salir a la calle. Ella no encontraba la bufanda que su marido le había regalado durante la final de Copa y él, después de remover cielo y tierra, topó de casualidad con la camisa del último ascenso. Le queda muy estrecha —ya son 20 años del logro— pero sin ella se hubiera visto desnudo en la manifestación que han organizado las peñas y media ciudadanía en las Puertas de Jerez. Todo porque acaban de hacer efectivo el descenso de su equipo de fútbol por impagos a Hacienda. Cinco mil millones de pesetas dicen las cuentas.

¿Y quién investiga a los que inspeccionan? / Eso digo yo..., gordi / Yo sé porqué.., porque no interesa que estemos arriba. No interesa / Una cosa.., ya no puedo más ir más pá entro / Tira chiquilla / ¿No me ves que no puedo? / Tira por ahí y... / Qué pesao eres / Tenía que haber venío solo / Eso es lo que te hubiera gustao / Mira..., ahí hay un hueco. Qué de gente, por favor. Ole y ole.., ahora se van a enterar que con nuestro equipo no se juega / Qué barbaridá gordi. Ni con ese chavea que mataron los de la ETA había tanta gente.

Osaka

Suena el móvil. Es ella. Se retrasa cinco minutos.

Él no lo sabe pero ella ha parado en el camino para comprar una de esas linternas que se han puesto de moda. No sabe cómo tiene que usarla, si en la cabeza o junto a la boca, pero sí conoce cómo tiene que hacer para darle placer. Al final es cuestión de abrir los labios y dejarse llevar.

Vuelve a sonar el teléfono. Te estoy casi viendo. Es mentira porque se encuentra en Nakasu, todavía a tres calles del puesto de Ramen. Él, en cambio, acierta a ver la aplicación que sus padres le obligaron a instalar en el móvil hace unas semanas. Una que le avisa de los misiles que lanza Corea del Norte y de la trayectoria que toman en tiempo real. Está parpadeando por alguna extraña razón.

Estoy llegando lee en la pantalla. Cierra los ojos cuando me veas. Voy vestida de rojo.

Yoshi tiene los ojos de par en par. La alarma de la ciudad se impone sobre todos los sonidos posibles. El móvil, de igual forma, ha dejado de temblar para dar paso a un estridente timbre. No hay señales de Tomoko. Osaka se queda a oscuras.

Sevilla.

Que no, que no.., que no nos moverán. Que de Primera no nos echarán / Que no..., no..., que no nos moverán. Que de Primera no nos... /

Gordi..., es increíble cómo está la gente. Me emociona / Como pá no emocionarse Luisa. Ésto es muy grande. Estas cosas sólo pasan una vez en la vía... Y te digo ya que no bajamos..., ni por mucho que quieran / Dios te oiga. Y una cosa..., ¿no te parece raro tanto avión?

—NO A LA GUERRA DE LOS RICOS—.

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