Un edificio de la calle Juana de Dios Lacoste. FOTO: MANU GARCÍA.
Un edificio de la calle Juana de Dios Lacoste. FOTO: MANU GARCÍA. MANU GARCÍA

Vino a por el sueño jerezano.

Durante años, a diario, los de su estirpe se lo estuvieron gritando desde las profundidades de la memoria. Pedro.., pá viví no hay mejor sitio que la tierra de donde uno viene le susurraban en sueños. Así estuvo un tiempo hasta que logró convencer a los suyos para dejar Barcelona y probar una nueva vida en Andalucía, la tierra de los abuelos.

No fue fácil abandonar pero aún así proclamó Por fin cuando se encontró por primera vez caminando sobre el acerado de la Porvera.

Se estableció y por unos meses lo estuvo perdonando todo. Perdonó el mal estado del patrimonio, los jerezanos no sabéis lo que tenéis, el elevado precio de los apartamentos de alquilar y lo peor... la falta de oportunidades. No se mueve nada.

Justo ayer me dijo que se marchaban en menos de una semana. Me lo dejó ver entre las notas de un tango frente a la iglesia de San Dionisio. Sólo tienes que mirar. Le invité a observar la fachada. Es la iglesia del patrón y tiene la pinta por fuera de ser un taller de motos. Lleva así años. Sé que se guardó las lágrimas para mejor ocasión. Su hija estaba al lado.

No sé de dónde viene tanta desidia, tanta pobreza, me soltó consternado. El pueblo no tiene la culpa. La tiene su historia y la ley, confeséY hablamos de fronteras medievales, de los señoríos xerezanos, del reparto de las tierras en la dictadura, del ejército de camareros diplomados que tiene la ciudad y del miedo.

Parece que los jóvenes de aquí ya nacen con la idea de que es así y será siempre así. No encontré razones para debatirle. Sin una verdadera revolución humana, respaldada por la ley, nunca será posible.

Y pensé que no alcanzará que Jerez se esté llenando de apartamentos turísticos en un centro cada vez más desierto. Dime quién guardará el carácter del jerezano. ¿Lo hará el que venga de Londres o Estocolmo para un fin de semana? Me habla quien ya sabe cómo Barcelona pasó de ser una ciudad mediterránea a convertirse, por sus B&B y sus tiendas para guiris y sus negocios de comida rápida, en un Disney para princesas de paso habitada por empobrecidos Mickeys de alcantarillas.

Y pensé que no bastará con el cirio, el clavel y el pellejo de la zambomba para salir adelante. Industria alimentada a base de incienso y farolillo de papel.

No sabéis lo que tenéis me dijo mi amigo. Es una pena y bebió de su agua mientras sonaba trágico el Oblivion de Piazolla.

No encontré palabras para aliviarle aunque tampoco creo que las necesitara. Me hubiera bastado un trabajo digno confesó. Redujo toda su petición a un trabajo digno porque valor, tanto él como su familia, me han demostrado que les sobra.

Mucha suerte familia.

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