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"En los colegios se llevan a cabo multitud de proyectos de lectura, de música, de naturaleza, pero menos de matemáticas. ¿Por qué no unirlo todo?".

Cuando alguien me pregunta a qué me dedico y contesto que soy profesora pocas personas piensan que mis clases son en Bachillerato. Y menos aún se imaginan de qué asignatura. Al decir que soy profesora de Matemáticas se echan las manos a la cabeza diciendo frases como estas: “Uf yo siempre he odiado las matemáticas”, “nunca entendí las matemáticas”, “tú debes de ser un coquito para haber hecho esa carrera”...

Escuchando a todas estar personas de edades muy diversas, me entra una profunda tristeza al sentirme una incomprendida por el amor que siento por las matemáticas, y esto me lleva a pensar… ¿cuál será el origen de ese rechazo?

Cierto es que yo desde pequeña ya sentía gran simpatía por los números. Pasaba mis ratos libres dibujando números, haciendo cuentas y realizando problemas, aunque pienso que eso ocurre en casos extraños como el mío. Mi padre también influyó en este acercamiento a las matemáticas ya que me proponía constantemente juegos de lógica y de cálculo mental. Así, con el paso de los años, entendí que poco a poco jugando convertí las matemáticas en mi día a día, sentí la necesidad de conocer más y más sobre ellas. En el colegio he tenido tanto buenos como malos profesores y profesoras. En muchos momentos no entendía nada de lo que nos decían en clase, pero cuando llegaba a mi casa yo sola intentaba solucionar mis dudas. Tal vez, esta vergüenza a preguntar en clase y quedar “en ridículo” hizo que, en definitiva, fuera construyendo mi propio conocimiento. Esto no ocurre hoy en día porque los niños y niñas ya tienen profesores particulares o academias desde que están en Primaria, lo que sinceramente no veo necesario a edades tan tempranas. Culpa de ello tenemos tanto profesores como padres ya que no dejamos que sean ellos mismos partícipes de la construcción de su propio conocimiento, muchas veces por miedo al fracaso.

Para nadie es un secreto que para nuestro alumnado la matemática resulta de las materias más aburridas y difíciles de entender. En los colegios se llevan a cabo multitud de proyectos de lectura, de música, de naturaleza, pero menos de matemáticas. ¿Por qué no unirlo todo? Si llegáramos a hacer ver a nuestros niños y niñas que los números, las proporciones, y todo lo que rodea a este complejo universo de las matemáticas se encuentra en cada una de estas materias, que son necesarios para su entendimiento, conseguiríamos que la vieran de otra forma.

Yo recuerdo que, a pesar de que disfrutaba en clase de matemáticas, odiaba la hora de realizar esas enormes cuentas, castillos de sumas y restas, multiplicaciones y divisiones interminables que no me sirvieron para nada. Lo peor es que a día de hoy esto sigue ocurriendo, haciendo que un niño de Primaria sienta verdadero terror al pensar en la hora de mates.

Más allá de los planes curriculares que son cosas netamente ministeriales, legislativas y burocráticas que poco ayudan, los colegios deben centrarse en la innovación de las metodologías, probar nuevos métodos y formular nuevos proyectos. Entre ellos, pienso que hay que hacer un gran esfuerzo para que cada cual aprenda matemáticas según sus capacidades cognitivas. Si con una forma logras que aprendan diez estudiantes, con otra logras que sean cinco y con otra determinada forma se logra al menos uno, cada una de ellas merecerá la pena por igual

Durante mi actividad docente de estos diez años he podido experimentar cambios de actitud hacia las matemáticas, pasando del odio al amor en muchos casos, como me había propuesto. Las actividades que he conocido, que he inventado y que he podido llevar a cabo las iré compartiendo con vosotros en los próximos artículos para que entre todos podamos ayudarnos a mejorar el aprendizaje de nuestro alumnado. En cualquier caso, el ingrediente principal será la pasión por nuestra profesión y en concreto por nuestra materia, lo demás vendrá por añadidura. 

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