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Hoy toca dar el paso adelante. Algunos habrán decidido a estas alturas participar en las manifestaciones convocadas para conmemorar el Día de la Mujer en muchas ciudades españolas, aun flotando la velada amenaza de encontrarse de bruces con un chaparrón de no te meneas. Pero para chaparrón el que aguantan ellas a lo largo del año, ¿no? Otros decidirán lo que deciden muchos en este país. Que chille el resto, que eso no va conmigo, entonando los recurridos “estoy ocupado”, “no me apetece”, “tenía cita en el médico”, “la próxima no me la pierdo, seguro”, con una mezcolanza de vergüenza, fastidio y cobardía.

Los habrá que decidirán quedarse en casa porque realmente creen que no hay motivo para una huelga y que lo atribuyan todo a un pataleo feminista auspiciado por partidos políticos y otros agentes sociales que nada tienen que ver con el 8 de marzo.

Más allá de la decisión que tome cada cual, y que Dios me libre de entrar a valorar, lo cierto es que, por desgracia, sigue siendo necesario dar notoriedad a esta fecha y cada vez con mayor vehemencia. Porque a los problemas laborales, sociales y educativos de toda la vida, se añaden unos nuevos (y no tan nuevos) condicionantes que hacen necesario hacer una parada en el camino para reflexionar y tomar, ya sí, medidas efectivas para la igualdad de géneros.

Porque cada vez son más los casos de violencia machista en el entorno familiar. Porque cada vez abundan más los casos de violencia sexual sobre la mujer, a veces de forma grupal. Porque la brecha salarial no solo es un hecho, sino que se contempla por determinados políticos como algo “natural”, inherente al género, y precisamente suele ser a los que se les llena la boca con la palabra “constitucionalidad”. Porque son más, son mejores, y esto no se ve reflejado en cúpulas directivas de grandes empresas o administraciones públicas (que es aún más sangrante). Porque llevan cargando sobre sus hombros una carga que dura siglos, y en número XXI, ya no solo se les exige responsabilidades en el hogar sino fuera de él.

Porque en efecto, desengañémonos, nuestro país es machista: nuestra educación es machista, la publicidad lo es, los estereotipos lo remarcan… todo funciona en contra de la promoción de la mujer, y las instituciones creadas en su día para fomentar la igualdad, ahora se degradan poco a poco por la ausencia de ayudas, y por la falta de sensibilidad de una sociedad que no los considera herramientas útiles.

Por todo ello, y permitan que parafrasee a Joaquín Sabina, nos sobran los motivos para gritar bien alto que no podemos esperar a que pase un siglo más, ni una década más… ni un año más.

Feliz Día de la Mujer.

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