No sabemos nada

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

Es hora de analizar qué está fallando en una sociedad que vira peligrosamente hacia el populismo, los extremismos y los neofascismos.

Escrache a la certeza. Cuando creíamos tener el control absoluto de las cosas, cuando la ciencia y la tecnología dominaban la tierra, cuando el mundo globalizado apisonaba los localismos... un nuevo terremoto social nos lleva a encontrarnos con la nada. Aquella imprecisa ecuación sociológica que encasillaba lo ético, lo moralmente aceptable, se ha derrumbado delante de nuestras narices para darse de bruces con la imprevisibilidad de los seres humanos.

Ni mil veces tropezáramos con la misma piedra, ni miles de experiencias vividas nos sirvieran para no caer en los errores que con cierta cadencia nos desvela la historia, sirven ya para que la naturaleza, esquiva y mezquina, de algunos hombres y mujeres se manifiesten en toda su crudeza.

El Brexit, el rechazo de los acuerdos de paz en Colombia, y el triunfo de Trump en las elecciones presidenciales de EEUU no nos sorprenderían tanto si de verdad aceptaramos lo que somos. Seres ilógicos, narcisistas, interesados y ególatras maquillados de una débil pátina denominada civilización.

25 siglos atrás ya los filósofos griegos analizaban con una clarividencia que asusta el comportamiento racional e irracional de los seres humanos. “Este hombre, por una parte, cree que sabe algo, mientras que no sabe nada. Por otra parte, yo, que igualmente no sé nada, tampoco creo saber algo”, escribió Platón en una frase que pasaría a la postre a ser recordada como el solo sé que no se nada. Y no le faltaba razón en ello. Mientras mayores actos de constricción realizamos para negar lo innegable, mayores son los acontecimientos que nos revelan que, tras lo socialmente aceptado, se enmascaran actitudes que desdeñan lo políticamente correcto para aferrarse a la condición interesada y materialista del hombre.

Así pues, es hora de analizar qué está fallando en una sociedad que vira peligrosamente hacia el populismo, los extremismos y los neofascismos. La Europa de las libertades no es una isla en este nuevo orden mundial que renuncia a principios fundamentales como la justicia social, la solidaridad y la cooperación entre estados que han marcado durante las últimas décadas el devenir internacional y que según parece se encamina a dormir el sueño de los justos.

Es obvio que ni los mejores sociólogos, politólogos y economistas habían previsto escenarios como los que actuales porque, tal y como ocurre en las encuestas, la tendencia existe como tendencia para ser cambiada, con la premisa indiscutible de que la realidad siempre supera cualquier ficción. Efectivamente hoy sabemos menos que nunca. No sabemos nada de nada.

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