Nacionalismo y pandemia.
Nacionalismo y pandemia.

La sexta ola en España, y cuarta de Alemania, está intensificando un nacionalismo en los países europeos bastante poco productivo y que muestra un grado preocupante de desesperación por controlar la pandemia a cañonazos. Tengo la impresión, por el momento, que en el continente solo Italia y España se mantiene el espíritu europeísta.

Antes de que Portugal decidiera exigir una prueba pcr, además de la vacunación, al margen de las decisiones europeas, aunque actuando de pleno derecho, las muestras de nacionalismo en pandemia habían aflorado ya. Ante la situación absolutamente desatada en Austria, un periódico alemán de tirada nacional titulaba, el 19 de noviembre, Österreichs Versagen. "Versagen" sería fracasar, si usted lo busca en el diccionario, pero en la realidad diaria versagen es fracasar por propia decisión o incapacidad manifiesta.

El fracaso Austríaco, ¿qué significaba el titular de ese artículo, de uno de los periódicos más influyentes de Alemania, en el momento en que la situación de Alemania era de 384,9 infecciones por 100mil habitantes y Baviera estaba tan mal como Austria? El contenido del artículo pudiera tener menos brocha gorda, pero es el título el que dispone a leer de un modo u otro el propio artículo, y es el titular el que se extiende como idea rápida sobre la situación.

Desde septiembre son muchas las voces autorizadas las que han llamado repetidamente a las autoridades a tomar medidas restrictivas en Alemania, pero había elecciones el 26 de septiembre y las medidas no se han tomado hasta la semana pasada. En este contexto llama la atención un titular tan, digamos, intenso, contra Austria al que no encuentro otra explicación que alimentar el convencimiento interno de que ‘nosotros’ no lo estamos haciendo tan mal, o hay quienes lo hacen mucho peor. En el contexto alemán no me parece muy buena idea.

También en la prensa suiza aparecieron comparaciones, con gráficas, de la diferencia a favor de Suiza. Las críticas que pudieran escribirse, y se escriben, en esos mismos periódicos, contra sus propios gobiernos no neutralizan ni relativizan los titulares que señalan hacia el exterior como alguien que lo hace peor, y que en una situación de pandemia pone, según la lógica extendida, en riesgo a todos. Que haya lectorøs capaces de comprender con todo detalle no significa que la mayoría de los lectores no vayan a dejar el ánimo de esos titulares en su memoria. Además, la falta de competencia-comprensión lectora no es solo un problema español o del sur de Europa, lamentablemente.

El problema, en mi opinión, no son esos titulares por sí mismos sino en qué ambiente salen esos titulares ante la opinión publica. En este momento, en que volvemos a tener una crisis de refugiados, de pronto salta una nueva mutación nada menos que en África, y menos mal que ya casi no queda ningún periódico que hable sino de la variante ómicron, aunque han tardado, unos más que otros. El activista alemán Christoph Schreiber expresaba su temor de que los enfermos de SIDA pudieran ser estigmatizados, dado que se habían publicado con intensidad las noticias de que la nueva mutación del virus corona habría salido del cuerpo de un enfermo de SIDA.

El ambiente general no está para titulares de esta falta de calidad, cuando la extrema derecha campa con viento en popa y hay partidos que no se atreven, desde hace más de un año, a abrir un verdadero debate, y serio, sobre la vacunación obligatoria porque temen perder votos y apoyos. Estoy señalando a Sajonia, uno de los estados alemanes más afectados por la nueva ola de la pandemia, donde la cuota de vacunación es la más baja, y la de extrema derecha una de las más altas.

La campaña electoral paralizó las políticas contra la pandemia porque nadie quería ser quien pusiera las restricciones necesarias, para evitar que subiera sin control la extrema derecha o los liberales del FDP que mantienen tesis más liberales sobre ‘innecesarias restricciones y ataques a las libertades individuales’. Pero de pronto es elegido un general para dirigir el Estado Mayor de la pandemia. Nada en contra de su competencia, pero cabe pensar, en el actual contexto, que quizá no haya sido la decisión más acertada. 

Imaginemos que para mucha gente que ya está comentando en las calles y en los periódicos sobre el fracaso de la política y la incapacidad de los políticos, que con el general llega el éxito en el combate contra la pandemia, y todo esto en una sociedad fuertemente crispada y polarizada, con la extrema derecha ganando cada vez más y más terreno. A esto se le suma un cierto descrédito contra el sistema federal, dado que los barones territoriales no han sabido o no han querido tomar decisiones que luego, con enorme retraso, se han visto obligados a adoptar. La palabra nacional no se había escuchado nunca tanto hasta que llegó la pandemia, y se escucha cada día más.

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