El político utiliza el muro. Ahora, para que se sepan pensamientos, decisiones o futuras acciones de gobierno el medio es el muro. Yo estoy a favor, desde luego, es muy cómodo para todo el mundo. Los muros han estado siempre muy ligados a la escritura (ahí está el álbum de la Antigua Roma en el que se leían distintas informaciones) y ha sido una tradición física que ha pervivido hasta nuestros días permitiéndonos acceder a pequeños clásicos como ‘tonto el que lo lea’, ‘a Rosamari se le ven las bragas’ (puff, en mi barrio, pobre Rosamari, total, por un descuido jugando a la lima) o ‘vivan los quintos del 78’. Por supuesto, aunque hoy están en claro desuso, los muros servían hace años para lanzar ideas políticas y amenazas más o menos veladas durante los conflictos laborales. Después vino el hip-hop, pero esa es otra historia.
Ahora los muros (salvo entre Palestina e Israel y en el Mediterráneo y entre México y Estados Unidos y en las casas de los ricos y…) son más bien virtuales. Tú te expresas libremente en tu muro, pero aunque se pueda ‘expurgar’ yo soy partidario de tener varias direcciones con cierta especificidad porque no es cuestión de andar mezclando churras con merinas, lanzar mensajes a los que si te descuidas tienen libre acceso tanto los periodistas como los cuñados. Me explico. Si tú vas a pactar algo fundamental para el futuro de la ciudad con, digamos, Ganemos, quieres que lo lean los periodistas y algún político (no sé si todos), que ya se lo cuentas tú a los cuñados cuando los veas. Si por el contrario, este sábado te toca a ti la barbacoa y ya has comprado los pinchitos y el Jumilla, no está claro que esta información sea de interés para la prensa, a no ser que el periodista sea tu cuñado, por supuesto, en cuyo caso está perfectamente justificado. Eso por no hablar del tema gráfico, esas fotos en playas, cruceros, bodas, llevando el pelo cardado, con leggins brillantes… material que en principio no le interesa al periodista y que si le interesara… ay si llegara a interesarle.
Yo lo que veo menos claro de los muros es que al final el periodista (o el medio en el que trabaja) tiene que hacerse forzosamente ‘amigo’ o ‘seguidor’ del político porque si no, pues no se entera de lo que dice o piensa hacer, con lo cual volvemos al cauce habitual, el político tiene que usar el mail, porque doy por hecho que el fax y las notas en papel ya han desaparecido (que no se crean, que hasta hace nada lo que conseguían las nuevas tecnologías es que llegara todo a las redacciones por dupli, tripli y hasta cuadruplicado).
No hagan caso de todo lo dicho. El problema es que el cronista es una persona antigua. Seguidor, pues sí lo es, del Atlético de Madrid, y amigos, si no ha habido mantel con botella de vino por medio, no insistan…