Se acabó lo que se daba. Uno a uno fueron expirando todos los plazos habidos y por haber, y aquí estamos, tal y como estábamos el día antes de las elecciones generales de diciembre.
Se acabó lo que se daba. Uno a uno fueron expirando todos los plazos habidos y por haber, y aquí estamos, tal y como estábamos el día antes de las elecciones generales de diciembre. Bueno… igual, igual… no.
No, porque (si me permiten el juego de palabras) estamos un poco más hartos de estar hartos, y ya estaba el listón harto alto, oigan. Sobre todo, por esa extraña manipulación a la que pretenden someternos los partidos políticos, que señalan al ciudadano como “único responsable” de la situación creada por sus votos. La culpa no es la falta de cintura política, el inmovilismo de algunos y la soberbia de todos, no… la culpa es tuya, españolito, que votaste lo que votaste. A quien se le ocurre.
Le dan la vuelta a la tortilla según convenga. El mensaje fue otro, señores políticos. El mensaje INEQUÍVOCO de la sociedad española fue claro: siéntense, hablen y pónganse de acuerdo porque no queremos mayorías excluyentes.
Porque, a ver… que levante la mano el que no haya tenido alguna vez un compañero de trabajo al que no tragamos, que nos irrita, que piensa al revés que nosotros, que nos puede parecer odioso y hasta poco productivo en la empresa. ¿Y qué han hecho ustedes? ¿Han ido al despacho del jefe a decirle que no quieren trabajar codo con codo con él? Seguro que no. Seguro que habrán rajado “por lo bajini”, pero luego han tragado con lo que se les manda, ajo y agua.
Aquí los señores políticos no han tragado con lo que se les ha mandado. Porque, no lo olviden, mandamos nosotros. El Pueblo a través del voto, ni más ni menos. Pero este resultado no les ha gustado: querían polarización, confrontación, bloques… izquierdas, derechas, arribas y abajos. Hemos sido tan “irresponsables” al ser democráticos y votar según nos nacía de nuestros santos cojones, que nos hemos olvidado de darles lo único que querían: sumar escaños sin necesidad de negociar, pactar, transigir. Porque eso es mucho pedir a la capacidad de la inmensa mayoría de políticos españoles, claro.
Y aquí nos vemos de nuevo. En esta triste charcutería al que llamamos país, donde no teníamos bastante con chorizos, pavos y bacalaos, que encima nos quieren volver a dar morcilla. Y seguirán dándola cada cinco meses hasta que salga en las urnas lo que a ellos les conviene.
No, señores políticos. Hagan su trabajo, que ya nosotros hemos hecho el nuestro. En junio volveremos a dar otra lección democrática… y ellos tratarán de darnos de nuevo morcilla de la buena.
Pues tengan mucho cuidado, señores políticos. A ver qué excusa se sacan de la manga después de las elecciones de junio, porque no olviden que la morcilla, al igual que la historia… siempre se repite. Y mucho.
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