Murió Robe y, aprovechando que las elecciones pasan por Extremadura el próximo domingo, el PP lo nombró la-voz-de-su-generación, lo mismo la candidata Guardiola que el candidato Feijóo. Ellos que llaman siempre a izar la bandera nacional, para Robe la "única bandera son sus bragas negras". El único territorio, su piel incandescente; la única patria, por poeta, digo yo que, como para Rilke, la niñez y lo que quede de infancia en las arreboladas almas de quienes supieron crecer sin destruirse.
Ahora que llegan las Navidades, "y creedme si digo que no existe dios ni santísima trinidad", siguen las derechas con sus diarios de cabecera, haciéndole comulgar a la gente con ruedas de molino. No, Robe no fue la voz de su generación; esa generación no fue suya. Cumplirían la misma edad por pura casualidad y en la víspera o el mismo día rezarían un rosario o parecido. Nada en contra, faltaba, pero que no suban a Robe a ningún caballo como si fuera un Cid, o peor, para sumar también por ahí y ganar las elecciones. Que las ganen será otra cosa.
Si te amas con alguien, mira con quién, que sepa comer manzanas y no se asuste con su sabor. Calculo que nos manejamos con la misma metáfora del fruto prohibido. Imagino que estará claro que lo prohibido por el cristianismo no era el sexo, sino el saberlo, el cómo, por dónde y para qué. Que el manzano no era manzano ni higuera de brevas sino el Árbol del conocimiento. Del conocimiento del bien y del mal, por cierto. En una palabra, y ahora que llegan las Navidades: la luz. Resumiendo, que la luz la metieron en candiles, para que no anduviera por cualquier parte ni la pudiera usar cualquiera. O sea, que el conocimiento, del bien, del mal y de todo, lo querían poner por privado, solo para los que tuvieran para pagarlo y con candiles que encienden y apagan los curas de los colegios religiosos.
En política se puso de moda, hasta hoy, aquello de que la política era cosa de profesionales y que la gente no se metiera en lo que no sabía. Que nunca iba a saber, porque aprender según qué cosas no era para todos ni cualquiera: no era ni debe serlo ahora tampoco, según parece. Así te pueden colar lo de que Robe era la voz con la que hablaba Feijóo o Guardiola. Los diarios de cabecera de las derechas te pueden seguir colando los fracasos más contundentes de Milei como logros exitosos. Te pueden seguir ocultando que la popularidad de Trump en Estados Unidos cayó hasta solo un 36%, según Gallup, que sus seguidores votaron a una demócrata en Miami porque Trump, como Milei, hacen desastres con la economía y la gente termina dándose cuenta, tarde, de que ni salarios ni precios funcionan cuando los regula un mercado libertario. Es como el descalabro en Andalucía explicado con la voz de Moreno Bonilla: “Muchas familias tienen dificultades para llegar a fin de mes. Tenemos que generar más empleos y con mejores sueldos”. ¿Y qué han hecho durante los últimos siete años? Decirle a la gente que no coma ni manzanas, que no se enteren, que ya ellos, los profesionales de la política, se lo van a resolver todo.
Sí, ayer ganó la ultraderecha en Chile. Sí, huelgas y protestas en Portugal contra la derecha, en Argentina, un paro nacional, en Francia, en Hungría. Le apagan la luz a lo que les conviene para que no te enteres y sigas creyendo que las derechas están todavía de moda. No te lo creas. Además, están haciendo el ridículo, como Milei y su viaje a Oslo para acompañar a la Premio Nobel de ¿la Paz? Se va hasta Oslo y con la misma se vuelve: lo que se dice miles de kilómetros para nada: para gastar un dinero que la Argentina no tiene.
Y para colmo la sentencia contra el Fiscal General del Estado, diecinueve días después de ser condenado a la luz de un candil. Te convencen de que no sabes ni entiendes o peor: te persuaden para que en nombre del sentido común repitas como un papagayo lo que las derechas quieren que digas. Las derechas, por cierto, están en todas partes, pero con distintas intensidades. El PP y Vox están colmadas de derecha, chorreando por la derecha; el PSOE tiene más derecha dentro de la que es capaz de reconocer. Y así va disminuyendo el contenido de derecha en los partidos de las izquierdas. Pero no quieren que te comas la manzana ese conocimiento; no quieren que te hagas activista, que vuelvas a querer hacer política, a preocuparte por tu propia vida y la de tus vecinos. Aunque hacer política puede ser hermoso, incluso sin romantizarla.



