Menos lobos

El PSOE debe estar acompañado en el gobierno. En solitario le tiemblan las piernas en asuntos clave

Pedro Sánchez en una imagen de archivo.
Pedro Sánchez en una imagen de archivo. JUAN CARLOS TORO

Que, el PSOE es un partido con una gran historia, que luchó contra el golpe militar de 1936, por la democracia, la libertad y la República, nadie lo duda, como tampoco que, dirigentes, militantes y simpatizantes, las familias de todos ellos, fueron aniquilados, torturados hasta morir, de ello, los sótanos, las cunetas y fosas dan testimonio. Que, otros fueron encarcelados por la dictadura fascista que sumió a España en la peor de las oscuridades, es una evidencia histórica, como el batallón de la muerte organizado por el régimen franquista, que se encargó de ejecutar el macabro plan de exterminio de demócratas, que avergüenza a cualquier persona honrada con dignidad, calidad humana y ética política. Hoy no hay escuadrón de la muerte, pero subsiste como cloaca del estado que sigue cazando, destruyendo al adversario político con nuevas formas. Es el tardofranquismo, que tiene dos vertientes, una, la política y económica, dueño de grupos mediáticos y televisivos, adalides de la noticia falsa (es muy burdo, pero voy con ello) y, otra, la policial y judicial, ejecutando la lawfare.

El PSOE que compareció en 1977 (año de su legalización), ya se había  iniciado en 1975 el proceso que se denominó “transición a la democracia”, no fue aquel republicano, sino otro, el que pactó (el PCE, también lo hizo), con los tardofranquistas, la Ley de Amnistía, en realidad de punto final, que dejó impunes los crímenes del régimen dictatorial, sin ni siquiera remover a los que ocuparon puestos vitales en todas las instituciones y que, seguidamente, sin pestañear, formaron parte de las administraciones públicas ahora de la democracia, entre otras la judicial que siguió (sigue) gobernada al viejo estilo, es decir, políticamente y de la peor de las maneras, provocando una crisis de legitimidad democrática sin precedentes en un Estado de Derecho.  

El tardofranquismo, continuó (continúa) ejerciendo en la estructura vital del Estado ahora como blanqueado baluarte de la democracia. Por el contrario, las cunetas y las fosas quedaron inalteradas, como las sentencias vergonzantes que condenaron a muerte a decenas de miles de personas inocentes, si bien, esto ha sido solucionado por la reciente Ley de Memoria Histórica, ahora en peligro de ser derogada según ha afirmado la extrema derecha tardofranquista (no hay derecha), si alcanza el gobierno. Pero, esa Ley si ha llegado en la forma que hoy conocemos ha sido solo porque el PSOE no estaba solo en el gobierno, sino que formaba parte de un gobierno de coalición progresista que lo sustentaba una fuerte mayoría progresista en el Congreso de los Diputados. El PSOE en solitario no se habría atrevido llegar tan lejos, sobre esto volveré más adelante. En todo caso, crea estupor e indignación ver como jueces y fiscales rehúsan abrir diligencias, según ordenan las leyes vigentes cuando se descubren fosas donde yacen las personas con indicios de muerte violenta, bajo el argumento de que los crímenes del franquismo han sido amnistiados. A los crímenes de lesa humanidad (así los califica la ONU), no se les aplica la ley de amnistía, por tanto, ni han prescrito, ni pueden ser amnistiados.

Que, el PSOE no es el mismo partido republicano que se conoció antaño, es una verdad del barquero que no da margen a la refutación, como tampoco, que es el que sustenta el pacto que salió de la transición a la democracia, conocido como régimen del 78. Que, en el PSOE conviven dos almas, es una realidad muy cuestionable. Se dice que hay una socialdemócrata, que hoy encarna Pedro Sánchez (antes Rodríguez Zapatero) y otra, la liberal social, la de los Felipes, los Guerras, las Valcárcel, las Calvo, los Borrell, los García Page, los Sánchez Vara. Pero no, en el PSOE solo hay un alma política, aunque como toda alma, cuando de un partido político se trata, integra matices que se manifiestan según la coyuntura política, pero todos están de acuerdo en mantener inalterado el estatus salido del pacto de la transición democrática. Por ello, el tardofranquismo que formó parte del mismo, ha llegado al convencimiento de que ahora, es su turno. Por tanto, menos lobos. El franquismo no vuelve, es que nunca se ha ido.

Para que esto no ocurra, como decía más arriba, ahora, dicho de otra forma: el PSOE debe estar acompañado en el gobierno. En solitario le tiemblan las piernas en asuntos clave. Los matices de Pedro Sánchez posibilitan reeditar el gobierno de coalición progresista. Para eso es esencial que la izquierda transformadora retorne fuerte a la Moncloa, ahora toda reunida en Sumar que debería actuar como un motor cultural en clave ideológica, republicana, partiendo de la premisa de que no es suficiente tener el mejor programa o la candidata mejor valorada. No basta con haber subido el SMI más de un 40%, o las pensiones según IPC, o haber mejorado las condiciones laborales y consolidado el trabajo indefinido, o haber promulgado la Ley de la Vivienda, o mejorar la protección de las mujeres que sufren violencia de género, abuso o agresión sexual, o ampliado los derechos civiles o contener la inflación o que el PIB haya subido por encima del 5%, vamos, comunismo puro y duro a decir del tardofranquismo, motivo por el que han prometido, si llega al gobierno, derogar toda esa legislación que ha mejorado la calidad de vida de las personas españolas.  Además, hay que colocar la pregunta clave, una que ponga en un trance al electorado progresista (mayoritario en España), que lo sitúe en el dilema de elegir entre resignarse, no ir a votar y, con ello, retroceder, o seguir avanzando. Esa es la tarea inmediata de Sumar y bien podría valer: ¡Tú! ¿cómo quieres vivir en tu país? ¡Elije!

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