Mayo en Jerez: La playa, bajo los adoquines

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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Esta vez le ha tocado a la playa del González Hontoria, cuyo mero titular ha dado ya la vuelta a España dejando un reguero de incredulidad e indignación entre los comentarios de los lectores y electores. ¿Nos toma por imbéciles? De ahí se ha pasado luego a la mofa.

Bajo los adoquines está la playa fue una de las consignas de aquel mayo francés de barricadas, puños en alto e idealismo juvenil a borbotones. Lo más aburrido del mal es que a uno lo acostumbra, escribía un Sartre solidario con el movimiento estudiantil parisino. En esta primavera jerezana nos han descubierto que para algunas el próximo 24 de mayo será, en el mejor de los casos, como una playa. O en el peor, un adoquinazo en forma de correctivo electoral papeleta en mano. A las puertas de una nueva campaña de las elecciones municipales, las décimas de la historia democrática de la ciudad, la candidata del PP, María José García-Pelayo, se ha sacado de la manga lo que ella misma denomina "bombazo" para tratar de retener como sea la mayoría absoluta que le permita seguir gobernando a su mejor entender el Ayuntamiento.

Si ya de por sí ese objetivo parecía inalcanzable -especialmente por la brutal erosión que sufre el PP en todo el país-, no parece que la gran idea faraónica de construir -se supone que de forma temporal, claro está- una playa en el parque González Hontoria le vaya a granjear demasiadas simpatías. Pelayo es muy de grandilocuencias, de estridencias, y lo mismo se saca de la manga catavinos gigantes para el Mamelón, que la Ciudad del Hielo también en el Hontoria, un Belén y un árbol de Navidad gigantes, dos o tres capitalidades mundiales, o un stand de Jerez de dimensiones monstruosas en Fitur. Esta vez le ha tocado a la playa del González Hontoria, cuyo mero titular ha dado ya la vuelta a España dejando un reguero de incredulidad e indignación entre los comentarios de los lectores y electores. ¿Nos toma por imbéciles? De ahí se ha pasado luego a la mofa, pero puede que al final hasta se le coja cariño a una pamplina que, cuentan los periodistas, hacía gracia hasta a la propia Pelayo al pronunciarla.

Hay quien sostiene que se trata de una burda cortina de humo para desviar la atención sobre los grandes problemas de los jerezanos. Ni uno de ellos se ha visto atenuado por la gestión de García-Pelayo en estos cuatro años, en contra de su mensaje machacón y cansino de yo o el caos. Es que esto nos lo encontramos fatal -como si no hubiesen contribuido también al desastre de los últimos 15 años-. El paro ha subido en más de 4.000 personas en este cuatrienio, mientras que las colas de los comedores sociales y la exclusión hacen estragos. La degradación de los servicios públicos (privatizaciones incluidas pero también la municipalización de un servicio tóxico para cualquier empresa privada como los autobuses) han sido un hecho incontestable. La compra de voluntades, los pactos de silencio y, en general, el despilfarro en gastos superfluos han sido constantes desde que se vendió el agua por un canon para 25 años que se ha ventilado en dos. Y la deuda municipal, 55 millones más, por encima de los 1.010 millones, solo entre junio de 2011 y diciembre de 2013, también ha seguido imparable en esta legislatura. ¿Quién da más?

¿Qué puede ofrecer a la ciudadanía, al menos a una enorme parte de ella, para tratar de convencerla de que debe volver a darle su confianza? Según parece, el montaje de una playa en el parque principal de una ciudad con litoral a 15 minutos, dentro de un programa de gobierno que es tan soberbio -o tiene tan poco que perder- que incluso llega a marcarse su meta en 2020, dando a entender que el PP gobernará otros ocho años más la ciudad. Con toda seguridad van a ser los jerezanos y jerezanas llamados a las urnas quienes dicten sentencia política. De entrada, querer tomar a los jerezanos por bobos con una chuchería en una ciudad con más de 33.000 parados no solo suena esperpéntico sino que no invita demasiado a mejorar las perspectivas electorales que marcan sus propios sondeos.

Pero, visto bien, ¿había algo mejor que ofertar? ¿Quién se puede fiar de un nuevo programa del PP, ya sea en clave local o nacional, que esta vez sigue sin al menos subirse durante estos días a la web del partido en la ciudad? En 2011, por estas fechas, prometieron todo lo que no han hecho y no hablaron de todo lo que sí pensaban hacer. Por eso, aquel programa electoral que sí subieron a la web, se descolgó al día siguiente de ganar las últimas municipales. "Cuando el PP gobierna, gobierna para todos hayan votado lo que hayan votado, y sobre todo que los gobiernos del PP traen bienestar y calidad de vida", llegó a decir la noche electoral del 22 de mayo, vibrante y eufórica tras su arrollador triunfo. El tiempo ha demostrado que el PP gobierna para el PP y su acción política, precisamente, no es que vaya sobrada de calidad de vida y bienestar. "Tenéis que ser alcaldes y alcaldesas conmigo", espoleó aquella noche a los suyos. Pero luego solo quiso ser alcaldesa ella -o alguno de sus adláteres-, incumpliendo promesas como no privatizar el agua, no hacer despidos traumáticos, acabar con el catastrazo, tener Jerez "como una patena", y tantas y tantas otras. Bajo los adoquines, la playa. El 24 de mayo, la orilla. Pelayo, como diría Claire Underwood en House of cards, mantiene un nosotros nunca renunciamos. Los dados están echados, esperemos ahora la suerte. 

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