Isabel Díaz Ayuso en el Festival Hispanidad 2021. Marianne de saldo. Opinión de Pablo Martínez-Calleja.
Isabel Díaz Ayuso en el Festival Hispanidad 2021. Marianne de saldo. Opinión de Pablo Martínez-Calleja.

El vivan las cadenas de aquel Madrid de 1814 se repetía de forma confusa y liosa en la calle Génova de Madrid de 2022. Varios miles de personas se lanzaron a retirar a las bestias del carruaje que conducía a Lady Macbeth al edificio maldito que forma la puerta de acceso a la Plaza de Colón. Miles de personas sacrificaron su libertad cañaverada para que a su Marianne de saldo, después de tapar su pecho desnudo por el cuerpo a cuerpo de la batalla, se la lleve a hombros; su traje de luces chorreando sangre. Hay una España vetusta que se eterniza hasta la arcada.

Asistimos a la última entrega del culebrón con el que el PP ha logrado confundir a millones de personas sobre la diferencia entre ficción y realidad.; mentira y verdad; corrupción y honestidad. Bueno, ha logrado confundir a quien deseaba ser confundido por razones diferentes. Es el problema de la política entendida como una hinchada de fútbol. Pablo Casado llego a la presidencia del PP porque no había nadie mejor que quisiera tomarla, y porque los posibles candidatos sabían en qué estado se encuentran los intestinos del partido. Visto desde este punto de vista, lo que necesitaría el PP es una Lady Macbeth que rompa y rasgue sin remilgos, mientras reparte negocios sin dejar de dormir.

Pero la gran catástrofe está todavía por venir. Cuando le digan a usted lo mal que van las cosas tiene dos opciones: que van tan mal que ya solo podrían ir bien o que solo pueden ir a peor. Al PP le amenaza una desintegración como la de Ciudadanos y Vox sustituiría a todas las derechas con mando único en la plaza. Este es el panorama. Llegado a este punto la única solución para el PP, desde el PP, sería Lady Macbeth. Los famosos barones, por cierto varones, saben que no podrían hacer nada en este momento en el partido. La única con ambición y sin remilgos es Lady Macbeth; seguramente la única dispuesta a defender al PP de ser simplemente engullido por Vox.

La inercia que mueve al PP y a las derechas españolas es una fuerza ya indómita, y la única forma de combatirla es la honestidad en todos los sentidos. Las izquierdas y los liberales no deberían dejarse arrastrar hacia el remolino del PP. Es un momento extremadamente difícil en el que lo más necesario es, probablemente, la conversación: seguir abriendo espacios de verdadera conversación. Andalucía es el siguiente objetivo de la gangrena antidemocrática que avanza casi sin control. ¿Qué hacer?

Debemos aprender conversación, aprender espeto. La controversia política, que tanto bien le hace a la democracia, no debería animar a nadie a la destrucción de los otros. Las posiciones irreconciliables son de urgente reparación, con asertividad y no con maquiavelismos de feria. La abstención en las izquierdas muestra el puritanismo bobo de quienes se creen puros en su izquierdismo ortodoxo: una superioridad moral chusca que pone en peligro a todøs. Si no se tuviera la necesidad tan del tiempo de la inquisición de mostrar y demostrar que se es católico viejo… ¿Por qué tanto empeño en insistir en que siempre se votó a tal, que son los auténticos, y nunca se votó a cual, que son los traidores? ¿Dónde está la necesidad de que a quién se vota o no se vota sea tema de conversación? ¿No es el voto secreto? ¿Por qué es el voto secreto?

Creo, sinceramente, que la necesidad de hablar del voto es un problema grave en nuestra sociedad e impide mucha actividad política. Es, una vez más, la política vivida como una hinchada futbolística. A la gente se le aplaude en la taberna si a votado a tal y se la ridiculiza si ha votado a cual. ¿No es lamentable? Pero no lo olvidemos, es el mito de ser católico viejo lo que está por detrás de tanta ortodoxia y tanto puritanismo. Lo curioso es que la pregunta de a quién se ha votado no se hace casi nunca, es la necesidad de afirmación personal ante los otros lo que lleva a muchøs a demostrar su catolicismo viejo. Dejemos ya esa inquisición lejos de nuestras vidas y hagámonos libres de votar y pensar. La libertad empieza en nuestro interior, no es las calles. Lo mestizo es lo único real: lo puro no existe, es la hipérbole que conduce al totalitarismo.

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