Vaya polvareda

Carlos Piedras, nuevo jefe de Edición y Opinión de lavozdelsur.es, en un retrato en la redacción del periódico.

Nací en Madrid, en 1965, aunque llevo exactamente media vida viviendo en Jerez. Soy licenciado en CC de la Información (Periodismo) por la Universidad Complutense. He sido jefe de la sección local del Diario de Jerez y también he trabajado en Información Jerez y el Diario Ya (época de Antena 3). He colaborado con El Mundo, Economía y Empresas, Notodo… Soy socio fundador y colaborador habitual de lavozdelsur.es. Últimamente he publicado el libro ‘Sherry & Brandy 2.0’ y he redactado el guion del documental sobre el vino de Jerez ‘Sherryland’. Todo esto ha hecho que me vaya haciendo una idea aproximada de las cosas… 

La Corredera, en obras, sin el adoquinado, en días pasados. FOTO: MANU GARCÍA
La Corredera, en obras, sin el adoquinado, en días pasados. FOTO: MANU GARCÍA

Sorprende cómo está gobernado el PSOE este segundo mandato con Mamen Sánchez al frente. Es cierto que todo está marcado por la COVID-19, de eso no hay duda, pero resulta significativa la propensión a meterse en charcos que está exhibiendo en temas de los que tiene opinión todo el mundo porque sencillamente están a la vista, caso de las obras públicas que se acometen en el centro. Y esa opinión, huelga decir, es negativa.

Sin ningún ánimo de realizar un análisis pormenorizado ni riguroso –qué calor, en todos los sentidos-, es un hecho que el electorado jerezano –con viento de cola proveniente de Madrid, todo hay que decirlo- premió hace poco más de un año a Mamen Sánchez (que pasó de 7 a 10 concejales) porque aunque su gestión solo cabe calificarla como discreta tuvo un gran acierto: no cometer errores. No cometer errores de bulto. Así de simple. En una posición muy mermada y con buena parte del partido incluso en contra de que asumiera la alcaldía con esos números y solo con un acuerdo de mínimos con Ganemos e IU, Mamen hizo lo que pudo rodeada de cinco de sus seis concejales. Y efectivamente, tuvo ese indudable acierto, no cometer errores, algo que en política habitualmente se premia.

Ahora la cosa ha cambiado. En primer lugar, la COVID-19 está teniendo efectos paralizantes en el Ayuntamiento. Pareciera como si estuviese costando desperezarse tras el confinamiento, toda la gestión transcurre con un punto que podríamos calificar como ‘atortugado’, a la espera, cabe suponer, de septiembre. En segundo –y éste es el más grave- el Ayuntamiento, su gobierno municipal, está empezando a tocar las narices a buena parte de sus ciudadanos, sobre todo a los vecinos y comerciantes del centro. Seguro que el tema tenía sus plazos de ejecución para recibir la financiación europea, pero el empecinamiento en la obra del entorno de la plaza Esteve y el eje Vargas, Latorre y Pozuelo está siendo muy criticado por mucha gente, más allá de la polémica inicial respecto al empedrado. Y va en aumento. Al personal no le interesa nada que si el enfrentamiento con la Junta, que si el contencioso… los vecinos lo que no quieren es que unas obras se eternicen y ver un día tras otro como el polvo se enseñorea de unas calles cerradas por las obras… eso por no hablar de los comerciantes, que tras meses parados por el confinamiento ven ahora como unas obras paralizadas interfieren total o parcialmente en su funcionamiento, según el caso. De hecho, los comerciantes han comenzado una campaña contra el gobierno municipal que además de palpable en redes sociales tiene en la pegada de carteles en las marquesinas de los autobuses su máxima expresión… (por cierto, lo de los autobuses municipales da para otro artículo entero: un servicio público pensado para cualquiera menos para el usuario: total, son cuatro viejos, debe ser la consigna).

Y con este panorama comienzan una obras en la Alameda del Banco (General Primo de Rivera: ¡firmes!) para ubicar una zona de baile (o algo así) para mayores, lo que a muchos habitantes del centro les suena a esa frase hecha de “¿No querías arroz? Pues toma, dos tazas”. Está claro que alguien no está midiendo los tiempos en el gobierno municipal. Ah, y eso por no hablar del anuncio de nuevas peatonalizaciones que llevan años en los cajones –se ve que alguien ha aprovechado el confinamiento para limpiar estanterías o para nutrirse de ideas-. ¿Recuerdan cuando un tranvía iba a atravesar la calle Honda cual Alfama lisboeta pero en versión plana? Total, más obras, aunque por ahora –en vista de lo visto- afortunadamente sin presupuesto. Y cuidado, no es que la gente no quiera obras, lo que quiere es tener claro cuál es su fin, si es práctico, estético o las dos cosas. Que se mejore lo que hay. Y que se cumplan los plazos. Y que se preserve lo que haya que preservar. Y que las Administraciones no se enzarcen en disputas que al final pagan vecinos y comerciantes. Que no sean o se perciban -que en política para el caso es lo mismo- como caprichos…

La gente se está cabreando. La gente del centro anda de hecho muy cabreada. Y eso es una novedad. Alguien está cometiendo un error…

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