El Ayuntamiento de Jerez va a por todas en la programación de las Fiestas de la Vendimia, a celebrar del 4 al 19 de septiembre. Atracciones en distintos puntos del centro, conciertos de música –anuncian incluso uno de rock, así, a pelo y en frío: miedo me da- y, por supuesto, la habitual programación relacionada con la viña y el vino, desde la pisa de la uva (acto merecidamente dedicado, por cierto, a la memoria de Pilar Pla, una señora pionera en el sector a la que tuve el gusto de conocer) a De Copa en Copa y distintas propuestas de maridajes, catas, excursiones, etc… Bien, desde hacía meses se sabía que el Ayuntamiento estaba trabajando de cara a la Fiestas de la Vendimia bajo unas premisas, digamos, de cierta normalidad, como lo demuestra el completo cartel que ha presentado. De hecho, a este cronista le llegó hace tiempo que el Ayuntamiento estaba preparando también una especie de Plan B en caso de que en septiembre la pandemia hubiese prácticamente desaparecido, un plan aún más ambicioso en el que no se descartaba incluso el regreso de las casetas, con una feria-feria en pequeñito o así.
Ahora, en plena quinta ola –por lo que he leído sobre el tema, no estoy muy seguro de que los epidemiólogos que hace un siglo afrontaron la llamada gripe española coincidieran en el uso de los tiempos de catalogación que se hace actualmente, para ellos seguramente iríamos todavía por la segunda o incluso la primera ola: toda esta premura y falsa inmediatez forma parte también del signo de los tiempos- si algo está claro es que no se pueden hacer grandes planes, que cuando crees que ahora sí se está a punto de doblegar la pandemia pasa cualquier cosa no prevista. Esta vez, los padres van y deciden que la chavalería tiene derecho a “irse de vacaciones” y a “botellonear”, en una interpretación, aunque colectiva y generalizada, muy particular de la llamada “inmunidad de rebaño”, con el rebaño como objeto y no como objetivo, haciendo un juego de palabras. De pasada, con esta fluidez se han cargado también, con toda seguridad, varias decenas de miles de puestos de trabajo relacionados con la temporada turística, pero eso ni hay ni va a haber quien lo diga abiertamente: en España se prefiere echar la culpa a la meticulosidad de los países vecinos que piden que no se nos visite que indagar enlo que hemos hecho mal aquí, lo que incluiría pasar revista al comportamiento de la juventud (y de sus padres), es decir, de todos, algo para lo que, desde luego, no estamos.
Pues eso. No se pueden hacer grandes planes. Carpe diem. No future. Latinajo o punk, es lo mismo. Así que, ¿podrá celebrarse en septiembre todo el programa previsto para las Fiestas de la Vendimia? Hum… Imposible decirlo con casi mes y medio de antelación. Mientras este cronista teclea estas líneas, por ejemplo, a unos pocos cientos de metros se prepara para salir en procesión la Virgen del Carmen, que creo que es la primera que vuelve a celebrarse en España. ¿Esa decisión, que se tomó hace ya varias semanas, con unos números muy distintos a los actuales, se habría adoptado con los guarismos de hoy? Pues lo más probable es que la Virgen del Carmen se hubiese tenido que quedar de nuevo en su templo. Y así estamos, así nos va. Casi año y medio después de que comenzase la pandemia, y con buena parte de la población ya vacunada, sigue siendo imposible tomar ninguna decisión a corto plazo, con pequeñas certezas basadas solo en las formas y no en los conceptos, con la gente cansada o directamente aburrida, con los jueces diciendo una cosa y la contraria en las comunidades autónomas cuando no enmendando la plana –el Tribunal Constitucional- a las herramientas legales que se han utilizado desde el Gobierno (siempre abúlico en este tema, por cierto) para abordar esta crisis…
CODA: Ah, y con un montón de servicios públicos todavía a medio gas con la dichosa atención telefónica, que solo es correcta por lo que se refiere al adjetivo…
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