Es impresionante ver al Minotauro con la camiseta morada que le han colocado en reivindicación contra la violencia de género. La verdad es que —ajeno a casi todo lo que me rodea, tal y como vivo— desconocía por completo esta iniciativa y a los primeros que hoy hablar de la camiseta y del acto de colocación que tuvo lugar el martes por la mañana fue a dos conductores de autobús, que hablaban en la cabecera de la plaza Esteve del atasco que se había montado en la rotonda un rato antes. En realidad hablaban en tono tirando jocoso de quién se lo había comido, el atasco, de entre sus compañeros.
Un par de horas más tarde, ya sí, vi al Minotauro, de morado y blanco (se ve que alguien decidió que había que tapar la zona de vergüenzas de la estatua colocando una especie de calzón blanco a modo de prolongación de la camiseta, porque todo morado iba a parecer, más que camiseta, camisón) y con el lema de la campaña, "Vivas nos queremos". Pues claro…
Es curioso el papel creciente como símbolo de la vida de la ciudad que ha ido ganando el Minotauro. Este cronista recuerda que cuando se erigió la gigantesca estatua, a comienzos del siglo XXI, hubo distintas voces en contra de la misma, tanto por el coste como por su estética. Incluso, hubo testimonios de vecinos que decían que la estatua (desgarrada y desgarradora, como diría el gran M.A.V.) causaba pesadillas en los niños y en general molestaba porque se asociaba con imágenes de la reciente segunda Guerra del Golfo.
No es la primera campaña a la que la estatua sirve de soporte; baste recordar, en clave venial, la camiseta del Xerez C.D. que se le puso cuando el equipo ascendió a Primera. Ahora, el Minotauro no solo no molesta sino que está presto a servir a la ciudad, además de orientar entre la niebla a los miles de coches (tal vez demasiados) que todos los días circunvalan su rotonda…
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