Una nueva semana de secretos en Jerez de la Fra, la muy noble, muy leal y ahora también muy suya para sus cosas. Una pared de una casa por ahora desconocida contiene una obra magna (en los dos sentidos de la palabra) firmada por Juan Ángel González de la Calle y se ha presentado el mismo día en que un nuevo espacio se reivindica para albergar conferencias y otros actos en pleno centro de la ciudad, espacio del que luego hablaremos.
Es interesante que más allá de la broma del uso de la palabra ‘secreto’ –es oportuno recordar la revolera que se formó hace unas semanas con la 'librería secreta'– que tanto soliviantó, más que a lectores, a instagramers dispuestos a vivir experiencias únicas, a ir donde sea para tener una foto en exclusiva con la que dar envidia a sus amistades o seguidores, modo “estoy en una librería secreta… y tú no”.
En cualquier caso, lo que hay que destacar es que se trata de iniciativas todas ellas privadas, que no hay que estar todo el rato pendiente de qué hace o en qué medida lo hace el papa Ayuntamiento… que, por cierto, a su manera también ha participado recientemente de esta ola de secretismo y de trasposición de papeles y usos que impregna últimamente Jerez, como lo demostró con la transformación vespertina de uno de los pasillos de la plaza de abastos en una más que digna –y, por supuesto, originalísima– sala de conferencias durante los fastos del 140 aniversario de este espacio. Durante tres jueves consecutivos, por la mañana el mercado funcionó con absoluta normalidad… la misma que por las tardes tuvo la ‘sala de conferencias’ para 70-80 personas por la que pasaron Manuel Romero, David Caramazana o Jesús Caballero Ragel para hablar de distintos temas relacionados con el comercio a lo largo de la historia de Jerez.
Pero volvamos a nuestra pared y a nuestra nueva sala de conferencias. De la pared solo podemos decir es que el propietario no tiene mayor intención de dar a conocer donde se encuentra. No tiene sentido que pregunten a este cronista y su fotógrafo, que si no atendieron como cincuenta cuestiones referidas a la 'librería secreta', al borde de recibir un requerimiento del CNI, no van a entrar aquí, de verdad que no (el fotógrafo de este nuevo 'secreto' vuelve a ser Manu García). Además, si la ‘persona librera’ no quería dar nombre y dirección exacta, aquí, por lo menos hay un autor reconocido (ah, y sabemos también que se trata de un propietario, no propietaria, y que la casa está en el centro).
Otra cosa es la tienda-estudio de Ilham Otky, MusArt (en San Agustín). Además de artesanía y algo de ropa, Ilham, siempre inquieta, tiene intención de programar un acto cultural al mes, algo que no es fácil, ni por la idea en sí ni por el espacio del que dispone ni por temas logísticos como disponer de veinte o treinta sillas para que se siente el personal. Manuel Naranjo, secretario de la Cátedra de Flamencología de Jerez, fue el encargado de abrir el nuevo uso de este espacio inaugurado a comienzos del año napoleónico. Naranjo, signo de los tiempos en que estamos, habló del estado de la cuestión de la Zambomba, lo que nos lleva otra vez al comienzo de este artículo. En este momento de masificación y máxima ‘exposición y venta’ de la fiesta tradicional jerezana, ¿seguirá habiendo por ahí, en algún sito, Zambombas ‘secretas’? ¿Habrá algo cuidado y digno detrás de alguna puerta a la que llamar, algún patio al que entrar? Pues seguramente. Recuerden –sobre todo instagramers y similares– esa frase de Herman Melville en Moby Dick: “los lugares interesantes nunca vienen en los mapas”… ni en las guías municipales de Zambombas.
