Jerez hace de la necesidad virtud y busca nuevos tipos de turismo

En toda España es sabido cómo luce una boda en Andalucía, por eso Jerez debe dar un paso adelante y aprovechar el nicho de mercado que se le acaba de abrir: tiene ante sí el 'turismo de no boda'

Carlos Piedras, nuevo jefe de Edición y Opinión de lavozdelsur.es, en un retrato en la redacción del periódico.

Nací en Madrid, en 1965, aunque llevo exactamente media vida viviendo en Jerez. Soy licenciado en CC de la Información (Periodismo) por la Universidad Complutense. He sido jefe de la sección local del Diario de Jerez y también he trabajado en Información Jerez y el Diario Ya (época de Antena 3). He colaborado con El Mundo, Economía y Empresas, Notodo… Soy socio fundador y colaborador habitual de lavozdelsur.es. Últimamente he publicado el libro ‘Sherry & Brandy 2.0’ y he redactado el guion del documental sobre el vino de Jerez ‘Sherryland’. Todo esto ha hecho que me vaya haciendo una idea aproximada de las cosas… 

Iglesia de Santiago, pionera en 'no bodas'.
Iglesia de Santiago, pionera en 'no bodas'. CANDELA NÚÑEZ

Los ayuntamientos siempre están a la búsqueda de nuevos alicientes a la ‘caza y captura’ de visitantes. De turistas, vaya. Playa, montaña, monumentos, arte, gastronomía, fiestas de todo tipo (patronales, ferias, romerías, Navidades, Semana Santa) se ofrecen por doquier como reclamo para los visitantes, sobre todo en estos tiempos poscovid en que mucha gente parece que no tiene casa, todo el día por ahí.

En eso, el Ayuntamiento de Jerez de la Fra, siempre a la vanguardia con sus ideas e incluso con sus ocurrencias, tiene mucho que decir desde tiempos inmemoriales. Ferias, Semana Santa, ahora la Zambomba, claro... pero hay que recordar que ya en los 90, con Pedro Pacheco como alcalde, hubo un concejal que tuvo la brillante idea (u ocurrencia, a elegir) de proponer el turismo sexual como una opción más para llenar los hoteles ­–y, en este caso concreto, cabe suponer que otros establecimientos que, guardando relación, no lo son propiamente– de la ‘muy noble y muy leal’ ciudad. Bien, aquello quedó en nada, aunque tiempo después hubo un hotel que, efectivamente, en una propuesta de máximos, cambió las estrellas por las lucecitas, ya me entienden. Que a ver, que ni siquiera se trataba de eso o de que Jerez se pareciera a, no sé, Bangkok, se trataba de algo serio, razonado, tranquilo, un plus, digamos, no fue fruto de un calentón

Esa búsqueda de los ayuntamientos casi desesperada de turistas llevó a algunos a apostar también por las despedidas de soltero, hoy casi más bien despedidas de soltera. Eso fue también hace cosa como de una década larga. Hoy en día, en general, las despedidas de soltero-a están francamente mal vistas, sobre todo si son numerosas y llamativas. Incluso hay ayuntamientos con normativa parcialmente en su contra (ruidos y disfraces) y son muchos los bares, restaurantes y discotecas que dejan claro en la puerta su rechazo a acoger este tipo de francachelas. En Jerez suele verse alguna por el centro los fines de semana, pero no es algo exagerado. Suele ser algo más de costa, Conil, Tarifa… que años después son precisamente algunos de los sitios en los que hay mayor beligerancia contra los despedidores de soltería.

De toda la vida, Jerez ha tenido tirón en lo que podría definirse como ‘turismo de boda’. De hecho, este año ha habido varias mediáticas. Iglesias bonitas, buenos hoteles, buen clima y, llegado el caso, fincas bien acondicionadas alrededor… ese tirón que tiene eso que en la capital llaman el Sur para una buena boda. ¿Quién de Madrid no quiere, aunque sea una vez en la vida, ir a una boda de tronío en Jerez, en Sanlúcar o en Sevilla? El Sur. Por cierto, permítanme una digresión con esto del Sur, como le gusta tanto decir al pijerío capitalino. Se da el caso de una señora de Jerez que conozco que a la cuarta o quinta vez que su hija, residente en Madrid, le vino por teléfono con “tengo ganas de bajar al Sur” o “a ver si el mes que viene puedo ir al Sur” le soltó más o menos que “qué Sur ni qué Sur, niña, que estás acarajotá. Tú eres de Jerez, Andalucía, qué leche” (“qué leche” es sustituible por “ni qué niño muerto” o incluso “recontra”).

Vale. Tras ‘La fábula de la Niña del Sur’, continuemos. Que una buena boda luce mucho en Andalucía es un hecho, pero claro, Andalucía es muy grande y, en consecuencia, hay mucha competencia. Por eso haría bien el gobierno municipal de María José García-Pelayo en empezar a pensar en algo más allá del ‘turismo de boda’ y el caso es que lo tiene delante de sus narices: ‘el turismo de no boda’. En Jerez, en la tele, se sigue hablando del no enlace del torero sevillano y la cardióloga jerezana ­–por cierto, dicho así tiene algo como de romance de ciegos– y tal vez, solo tal vez, ha llegado el momento de posicionar a la ciudad, de nuevo en la vanguardia.

El ‘turismo de no boda’ tiene un punto picantón, porque te invitan a una boda en Jerez y ahora ya no sabes si se va a celebrar o no. Lejos de la fatalidad con la que se ha recibido, por motivos obvios, a partir de ahora los invitados ya no tendrían por qué moverse entre la zozobra y la sorpresa, el Ayuntamiento puede reglar de alguna manera la 'no boda' para que transcurra con normalidad, lo que siempre dará una seguridad a los invitado-usarios. Además de ese come-come de habrá o no habrá boda, piensen cómo sería: si la boda es civil, el concejal de turno podría decir a los contrayentes en vez de un "tomas por esposo" un "no tomas por esposo", ya directamente, y cada uno verá lo que dice; el bizum o la transferencia se haría justo cuando los novios digan el sí quiero o similar; si ya hicieron el regalo, exijan su derecho al banquete haya habido boda o no (creo que veinte o treinta personas ya lo hicieron el pasado fin de semana: pioneros); pese lo que pase jaleen a la parte dejada o dejadora con la servilleta en modo futbolero y, por supuesto, sobre todo para los de fuera, sonrían abiertamente cada vez que les inviten a una boda en Jerez: es lo que tiene el Sur.

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