Han sido semanas de conjeturas y debates alejados de la vida pública, de la prensa y de la política, semanas de conversaciones entre los vecinos, los compañeros de trabajo, los parroquianos de bar (y cabe suponer que también de los de iglesia). Durante ese tiempo, de boca a oído y de oído a boca, han corrido todo tipo de teorías, unas más conservadoras -basadas, digamos, en la tradición- y otras más cercanas a Cuarto Milenio.
Por supuesto, hemos asistido al resurgir de la azucarera, en realidad parecería más bien que se hablara de los tiempos de las azucareras, de cuando había tres en los alrededores de la ciudad y no solo una; hemos escuchado también que se han realizado distintas actuaciones en el alcantarillado (se daba por supuesto que a cargo del Ayuntamiento, pero sin ningún tipo de certidumbre al respecto, por lo que igual se podría hablar del KGB o como se llame ahora) y que, a consecuencia de dichas actuaciones, se habrían removido distintos materiales ya sedimentados que, al fin y a la postre, han sido los causantes del motivo que ha dado para tantos días de dimes y diretes.
En el medio, se situaba la opinión de quienes hablaban de que en algunas fincas próximas a la ciudad estaban experimentando con nuevos abonos, abonos de nuevo cuño a los que los ciudadanos no están acostumbrados, lo que habría generado todo este revuelo.
Y, por descontado, estaban las teorías más avanzadas. La más prosaica de ellas era la de la reciente apertura de una macro granja de cerdos, instalación de la que lo único que se sabía a ciencia cierta por los propagadores de esta teoría era precisamente eso, que era enorme, ya que nadie decía fehacientemente haberla visto ni siquiera sabía ubicarla en ningún punto de los alrededores de la ciudad. De hecho, los defensores de esta teoría podían dividirse en tantas corrientes como las que recoge la rosa de los vientos, ya que según soplara uno u otro ya tenías ahí al defensor de que su ubicación era tirando hacia Sanlúcar, o hacia La Barca, o El Cuervo o incluso El Portal. La otra teoría avanzada, de claro contenido milenarista, simplemente te llevaba al fin de los tiempos –o al menos de una era- como lo que, sin duda, estamos viviendo: a la pandemia, a la guerra, a la inflación… Si hemos visto todo esto en menos de tres años, ¿qué tiene de raro que en Jerez (vamos a nombrar ya la capital de la que estamos hablando) se produjera dicho fenómeno? Nada, una parte realmente menor, muy menor, del apocalipsis, de hecho, seguro que más consecuencia que causa…
El conspicuo lector, la trepidante lectora, naturales o radicados en Jerez, hace varios párrafos que saben de qué estamos hablando, pero como Marca Acme tiene vocación universal ha llegado el momento del desvelo, perdón, del desvelado: en Jerez lleva varias semanas oliendo a mierda, pero a mierda, me van a permitir el fácil y escatológico juego de palabras, a mierda que te cagas. A mierda pura. Mañana, tarde y noche. Lo curioso es que, efectivamente, todas y cada una de las teorías enunciadas, de la más tradicional a la más apocalíptica (cierto que en este caso se propagó solo entre grupos de amigos un tanto diletantes y, en consecuencia, dados a la holgazanería y la francachela), fueron circulando por la ciudad sin que autoridad alguna saliera al paso, bien por ignorancia, vergüenza o simple oportunidad. Pero el asunto quedó el miércoles resuelto –me refiero al enigma, no al problema- después de una aclaración por parte de la delegación municipal de Medio Ambiente que básicamente viene a coincidir con la tercera teoría o ‘teoría media’ aquí desvelada: es por el por el uso de abono en algunas fincas agrarias próximas a la ciudad… de neo abono podríamos decir, por seguir el signo de los tiempos que nos ha tocado vivir. Un abono distinto que, por lo que sea, pues huele más a lo que viene siendo de toda la vida el olor de la mierda. ¿Significa eso que sea más puro o al revés, más, digamos, refinado? Bien, dejémoslo. Queridas amigas, estimados amigos, creo que hasta aquí hemos llegado con este tema y todo lo que de él dimana, uno debe saber cuándo ha sido suficiente…
A modo de coda (1): Tras unos días de asueto y cultura por parte del autor, en el retorno cabe dar una pincelada de varios temas. Por distintos motivos, Ourense, una ciudad con la mitad de habitantes que Jerez, tiene casi el triple de conexiones de alta velocidad con Madrid que toda la Bahía. ¿Qué hacen nuestros políticos para solucionar este servicio de 'mierda' que sufrimos? Nada. ¿Y Renfe? Pues hace meses que reconoció el problema, pero, pero, pero… Ah, y qué precios. Parafraseando a Foster Wallace, en este tema Cádiz sufre la 'pandemia infinita'... o mejor dejemos el nombre exacto de la novela, que al final es de lo que parece que se trata: 'La Broma Infinita'.
A modo de coda (2): Viendo los informativos de TVE (los de las privadas no vienen al caso) y el tratamiento que se está dando a la muerte de Isabel II, uno está tentado de pensar que la colonia británica no es solo Gibraltar, sino todo el Estado español…
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