'Gastros' y 'enos', el abuso de los nuevos prefijos del turismo

Enoturismo', vale; 'gastroturismo', bueno, pero 'enogastroturismo' parece excesivo (casi supercalifragilístico) y hace plantearse por qué no volver al uso de expresiones añejas como 'la buena mesa'

Carlos Piedras, nuevo jefe de Edición y Opinión de lavozdelsur.es, en un retrato en la redacción del periódico.

Nací en Madrid, en 1965, aunque llevo exactamente media vida viviendo en Jerez. Soy licenciado en CC de la Información (Periodismo) por la Universidad Complutense. He sido jefe de la sección local del Diario de Jerez y también he trabajado en Información Jerez y el Diario Ya (época de Antena 3). He colaborado con El Mundo, Economía y Empresas, Notodo… Soy socio fundador y colaborador habitual de lavozdelsur.es. Últimamente he publicado el libro ‘Sherry & Brandy 2.0’ y he redactado el guion del documental sobre el vino de Jerez ‘Sherryland’. Todo esto ha hecho que me vaya haciendo una idea aproximada de las cosas… 

La alcaldesa de Jerez junto a agentes de viajes suizos expertos en turismo de la 'buena mesa'.
La alcaldesa de Jerez junto a agentes de viajes suizos expertos en turismo de la 'buena mesa'.

Las más de las veces, los periodistas no se paran –vale, no nos paramos– un momento a ver con reposo lo que están escribiendo o editando. Nos pasa a todos, desde el que redacta una nota informativa en el gabinete de comunicación de cualquier Administración para ‘vender’ gestión, que para eso le pagan, como al que en una redacción vuelca, edita, retoca (un poco y si acaso) y finalmente sube dicha nota informativa para que llegue a la querida lectora, al afable lector, a usted, en definitiva.

Viene al caso porque el otro día este cronista leyó/corrigió una nota del Ayuntamiento de Jerez de la Fra (cuidado, esto no es un rapapolvo ni nada parecido… y si alguien lo ve así, aquí está mi pecho, jaja) que se hacía eco de la visita de unos señores suizos de agencias de viajes especializadas en enogastroturismo. Bien… enogastroturismo. En su época como redactor-redactor, joven y desenfadado, este cronista trabajó una temporada en un periódico de Madrid a las órdenes de Manolo Marlasca (padre) y no se le ha olvidado nunca una frase suya sobre cómo tenían que ser las noticias: “inteligibles para su abuela”, es decir, la abuela del director como ejemplo de que todo el mundo tenía que entender todo el periódico. Algo que puede parecer de cajón, pero que, a la hora de la verdad, no lo es tanto.

Me juego lo que quieran a que bajo con una grabadora –es una metáfora, claro, debería buscar en el sótano de mi casa a ver si…- a la plaza del Mamelón, que es la que pilla más cerca de lavozdelsur, y pregunto a las diez primeras personas que pasen que definan enogastroturismo y estoy convencido de que al menos la mitad no lo clavarían. Enoturismo o gastroturismo, pues más o menos, lo mismo subimos al notable, pero todo el ‘palabro’, así, a pelo, en trenecito, con todas esas sílabas, casi 'supercalifragilístico', estoy seguro de que la mitad se despistaría.

Y el caso es que, teniendo incluso la potestad profesional para suprimirlo o matizarlo, dejé que siguiera su curso, sin apartarme un ápice de un mundo repleto de tecnicismos, anglicismos y todo tipo de siglas que los expertos en cualquier campo dan por buenos, e incluso, estoy convencido, piensan que les da, no sé, una pátina de profesionalidad, cuando no abiertamente de cultura o algo parecido.

Y lo peor de todo es que, como dicen los ‘indepas’ catalanes, “lo volveré a hacer” porque esa es otra: quién quiere complicarse la vida hoy en día y para qué. Porque, a ver, ¿no sería mejor decir que ha visitado Jerez de la Fra un grupo de expertos suizos en el turismo de la buena mesa (comida y vino, en definitiva) y no andar arrumbando, uno tras otro, prefijos griegos como ‘eno’ y ‘gastro’?

Desde aquí, este cronista quiere romper una lanza por el turismo de la buena mesa que, como a cualquier hijo de vecino, también le gusta practicar cuando se tercia, y dejar a ‘Enograstro’ –ahora a la sección le conviene con mayúsculas– exactamente como lo que suena, a lateral derecho de la selección griega de fútbol, a lugarteniente de Alejandro Magno en la campaña de conquista del Imperio Persa, a otro amigo íntimo de Aquiles (ay, Patroclo) o a un pequeño cefalópodo que se pesca en el mar Egeo muy similar a la andaluza puntillita, excelente en fritura. Ah, y a sal de frutas para el estómago, pero esa era la fácil.

Hablando del buen comer y el buen beber, he vuelto a echar un vistazo a ‘La casa de Lúculo o el arte del buen comer’, la obra cumbre del periodista Julio Camba, un libro que se lee perfectamente aunque no se sea aficionado a la crítica gastronómica y no está lleno ni de ‘gastros’ ni de ‘enos’…

(Ya, ya, plenamente consciente del ‘gastro’ de ‘gastronómica’, unas líneas más arriba. No me lo tengan en cuenta, ya he avisado de que lo volvería a hacer…).

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