Una Feria solitaria en dosis de tres o cuatro horas

Hay una Feria tipo 'comando' y otra en la que al final acabas con el amigo del primo del sobrino de alguien que no conoces hablando de cosas que no recuerdas: cada uno es muy libre de elegir

Carlos Piedras, nuevo jefe de Edición y Opinión de lavozdelsur.es, en un retrato en la redacción del periódico.

Nací en Madrid, en 1965, aunque llevo exactamente media vida viviendo en Jerez. Soy licenciado en CC de la Información (Periodismo) por la Universidad Complutense. He sido jefe de la sección local del Diario de Jerez y también he trabajado en Información Jerez y el Diario Ya (época de Antena 3). He colaborado con El Mundo, Economía y Empresas, Notodo… Soy socio fundador y colaborador habitual de lavozdelsur.es. Últimamente he publicado el libro ‘Sherry & Brandy 2.0’ y he redactado el guion del documental sobre el vino de Jerez ‘Sherryland’. Todo esto ha hecho que me vaya haciendo una idea aproximada de las cosas… 

Imagen del viernes de Feria.
Imagen del viernes de Feria. JUAN CARLOS TORO

Este año le he cogido el gusto a la Feria de Jerez en solitario. ¿Cosas de ir entrando en la edad gruñona? Yo diría que no. Son cosas más bien de ir solamente un rato a la Feria, tres o cuatro horas como mucho, nada de ir a morir, hacer maratones, etc. Qué va. Sales del trabajo ya alargada la tarde, enfilas la Avenida, incluso te tomas una cerve en buen vidrio por el camino si vas acalorado. Cuando llegas a la plaza del Caballo te desvías y entras por Paz Varela (en realidad siempre me gustó por ahí). Te tomas algo en cualquiera de esas casetas que hay siempre sin música, a esa hora sin gente, sin alma... y te dedicas solo a tus cosas. Puedes ver pasar a las chicas, como en aquella canción de Los Piratas, 'Años 80', creo que se llamaba o, al revés, adoptar un tumbaíto en la barra así en modo peli del oeste, a lo Jack Palance, dando la espalda a la gente y al ruido, mirando a la carta de precios en vez de al hipotético espejo.

Dos cervezas después sigues y a lo mejor te encuentras a unos conocidos en Los Amigos del Patio que se empeñan en que te tomes algo con ellos. Van de cerveza. Vale. A los pocos minutos te das cuenta de que están bastante borrachitos, así que llega el momento de seguir con el paseo, en solitario. ¿Una cerveza solitaria donde los Mayores? Vale. Se está bien. Una cerve, un pavo, dos, dos pavos, joder, eso es un precio. Miras a las familias y no hay nada de particular... bueno, un camarero que no tiene suficiente paciencia con una pareja mayor. ¿Qué hacemos, llamamos a Jack Palance? No, no... lo dejamos tranquilo. Son muchas horas detrás de una barra, todo el mundo está cansado.

Enfilo a los Cherokees. Como ven, la cosa va de precios populares. Y de cerves. Hoy es una crónica de cerves. ¿Por eso no va este artículo como Feria del Caballo? Pues lo mismo también. En los Cherokees saludo por aquí y por allá, dos o tres choques de mano, así, a lo niñato-rockero, plas plas, casi un pulso, y también saludo a otras dos o tres personas con gestos de cabeza. Me gusta acompañar ese gesto con un leve guiño, una sonrisa... me gusta pensar que 'educo' de alguna manera ese gesto, que no soy un burro amarrado a la puerta de una caseta en este caso...

De ahí me voy a los renacidos Casi Treinta y su tradicional 'caseta rémora', en el sentido exacto de la palabra, Afanas, desde hace alguna feria unidas. Me apetece algo de vino, pero no me voy a pedir media de fino para mí solo, no la voy a cagar a estas alturas, y pedirse un fino suelto como que no entra en el guion. Charlo con el dueño de la caseta, al que conozco. Nada. Cuatro trivialidades, que como van las cosas, la Feria... ya saben. Me invita a una cerve (aquí los precios ya son normales) y cuando acabo me tomo otra. Hablo un momento con una chica que conozco hace tiempo. 'Chica', qué palabra: me acuerdo de mi abuela cuando tenía 60 recién cumplidos y era una anciana, no vamos a andarnos con rodeos, la vida dura, y ahora son chicas. Somos chicas y chicos de por vida, lo hemos conseguido. Me asomo por el 55 Jazz Club... hoy no te toca, amigo, y además todavía está en sesión papeo, todavía está en modo IU.

Miro la hora. las doce. De lujo. Cojo el bus de la plaza Esteve, va bastante lleno, pero este chico consigue sentarse. Miro el móvil por primera vez en más de tres horas. Un par de llamadas, algunos whatsapp que medio respondo "voy de recogida en el bus". Se ponen, medio sentadas, medio de pie, como seis chicas también de 50-60 con acento del norte. Van achispadas. A una alguien le dijo alguna vez que tenía unas piernas bonitas, a juzgar por el mini-short que lleva... No, esto ya no se puede escribir. Una se dice todos los días "tienes las piernas bonitas" y se ha plantado un mini-short de veinteañera. Punto. Hablan de abrir no sé qué y enseguida bromean con una que parece que no las ha escuchado con un "¿pues de qué vamos a hablar? No va a ser de abrirse de..." y no lo dicen, no hace falta, pero se mean de risa. Como yo, se bajan en Esteve y se despiden muy educadas con un "hasta luego" de este chico. Me quedo un momento mirándolas mientras van en sentido Gallo Azul y vuelvo a pensar en aquella canción de Los Piratas, 'Años 80', creo, y en eso de "veré a las chicas pasar...".

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