Es innegable que el empedrado le da un toque especial al centro de las ciudades que lo tienen, caso de Jerez. En una época en la que todo tiende a homogeneizarse, sin duda el empedrado de la vía pública es una de esas (relativamente) pequeñas cosas que singularizan a una ciudad. Puede que el empedrado sea más caro, complicado de trabajar y genere más ruido al paso del tráfico rodado, pero ofrece algo distinto, sin duda.
Con la decisión de sustituir el empedrado por asfalto en el eje —así se considera— que forman Corredera, Esteve, Santa María y Cerrón, el gobierno socialista mantiene un doble juego: su apuesta por una ciudad sostenible se convierte en papel mojado ya que poco o nada tiene que ver con favorecer (y a la larga, posiblemente incrementar) el tráfico en este céntrico ‘eje’.
Pero ya hizo algo similar al comienzo de su mandato, cuando favorecía la construcción del carril bici para aumentar el uso de este medio de transporte y a la vez permitió que los márgenes y entorno de Cristina volvieran a llenarse de coches al reaparecer plazas de aparcamiento para recaudar unos miles de euros más con la ORA.
Es un hecho que algo hay que hacer, que hay que poner fin a los socavones, sobre todo de Esteve y Santa María, que tanto molestan a los peatones sobre todo los días de lluvia, pero no se puede decir que al fin y al cabo esta zona no es intramuros, que sería, según el gobierno municipal, la única zona en la que tendría pleno sentido mantener el empedrado (por cierto, como si ahí no hubiera otros problemas) ya que este ‘eje’ es centro histórico, vaya si lo es, en Jerez se considera centro histórico al Jerez del siglo XIX.
Se podrá blandir la opinión a favor de asociaciones de comerciantes y de taxistas pero, por cierto, hasta ahora no ha aparecido la de la comisión de patrimonio, que algo tendrá que decir al respecto llegado el momento. La opinión del resto de fuerzas políticas es negativa, cabe suponer que por convencimiento, no por desgastar al gobierno en pleno período preelectoral, pero aquí ya…
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