La crisis del transporte urbano en Jerez, más allá de no tener autobuses

La 'flota menguante' no debe desviar la atención sobre un servicio en el que las necesidades de los ciudadanos no son la prioridad con la que se trabaja, ni en lo que se refiere al bus ni al taxi

Imagen de un autobús urbano de Jerez tomada este mismo viernes.
18 de julio de 2025 a las 19:35h
Actualizado a 19 de julio de 2025 a las 07:12h

Por una vez, vamos a entrar saco: el problema real no es que el Ayuntamiento de Jerez se haya quedado sin autobuses, eso es solo una parte. El problema es que el Ayuntamiento lleva años dando largas a abordar el transporte público urbano en toda su magnitud: ni lo hace ahora el PP, focalizado solo en lo inmediato, que no es otra cosa que reponer la menguada flota de autobuses, ni lo hizo con anterioridad el PSOE en los ocho años que gobernó.

Hace ya más de una década que el servicio tuvo que ser municipalizado, que el personal y los activos de Cojetusa entraron en Comujesa, y no se aprovechó esa ocasión para que el bus urbano se pusiera plenamente al servicio de la ciudadanía y de sus necesidades, que se hiciera un estudio riguroso sobre líneas, frecuencias y horarios.

Este cronista está absolutamente convencido de que cuando se establecen los horarios de los autobuses en lo primero que se piensa es en los trabajadores de Cojetusa, en "a ver si vamos a molestar", no en las necesidades que tiene la gente que no tiene coche –que antiguo queda eso… habría que decir gente que no le da la gana usar el coche, porque tanto tiempo hablando de sostenibilidad y bla bla, le corresponde al Ayuntamiento (en la medida de sus posibilidades... en cualquier caso, más de lo que lo ha hecho hasta ahora) garantizar a los trabajadores el acceso a los parques empresariales y polígonos industriales y hacerlo a la hora a la que mayoritariamente se entra y se sale; le corresponde también facilitar el acceso y vuelta a su barrio de las personas, muchas de ellas jubiladas, que van a hacer la compra a la plaza; de los chicos que van y vienen solos de los institutos; saber a qué hora hay más tránsito de personas entre Jerez y Cádiz (y viceversa); valorar qué pasa con el centro de Jerez como lugar de ocio y encuentro en el que el último bus sale a las diez (hablamos de servicios normales, no de la situación actual de guerra)… de todo eso es de lo que tiene que ocuparse un Ayuntamiento y su transporte público.

Pero, no. Es cierto que el Ayuntamiento, insisto, gobierne quien gobierne, no quiere ni en pintura planteamientos que puedan ser fuente de conflicto laboral en su seno y eso se nota, vaya si se nota, sobre todo en empresas con un fuerte corporativismo, como siempre fue el caso de la antigua Cojetusa.

Dentro de unos meses vendrán los autobuses, alquilados, en renting, comprados o como sea… y quedará atrás el pequeño bochorno que como ciudad está pasando en estos momentos Jerez. Los buses se pondrán en marcha y el gobierno municipal hará como que se ha solucionado el problema, que estamos en condiciones de volver a ofrecer lo mismo, porque qué pereza tratar de poner orden en este asunto… y pies de plomo con las decisiones, no vayamos a molestar a nadie. Verán, verán.

Pero es que se puede decir lo mismo de otro soporte del transporte público (que a veces se nos olvida), como es el taxi. Jerez tiene también un evidente problema con el taxi, que no reconocen (públicamente) ni la mayoría de los taxistas ni el propio gobierno municipal. Como ha ocurrido con tantas cosas, después de la pandemia el servicio de taxi no ha vuelto a ser lo mismo en la ciudad. Nieves Díaz, en su valiente artículo ‘Tormenta en el transporte de Jerez’, se hacía eco en lavozdelsur.es de este problema e incide, en lo que se refiere al taxi, en que faltan del orden de 22 a 36 licencias, citando fuentes de una nueva asociación de taxistas que está en proceso de constitución. Además, hace una comparativa entre las 178 licencias de Jerez y las 200 de Cádiz ciudad, pese a la gran diferencia de población existente a favor de Jerez.

Puede que sea así, que sea una cuestión de nuevas licencias ­–de hecho, tenemos la sospecha de que es así­– pero vamos a ofrecer otro prisma basado en la simple experiencia. El sector del taxi, los propietarios, tienen muchos de ellos cierta edad y explotan el taxi en función de sus intereses personales. Siempre se puede decir que como haríamos usted o yo, si tuviéramos ese trabajo y más de 55 años, por poner una edad... pero nosotros no damos un servicio público. El taxi tiene que explorar que haya un relevo generacional y que el vehículo –que no es otra cosa que el principal activo de una empresa– esté ocupado la mayor parte del día. Otra mentalidad, la del que llega. Se acepta la crítica de que todo el mundo lo quiere a determinadas horas ­–ciertamente, qué decir del sábado noche­– pero qué ocurre por ejemplo pasadas las dos de la tarde a diario, quién no ha salido a las dos y cuarto o así del hospital, de sus consultas, confiado en coger un taxi y se ha encontrado con que no hay, que es la hora de comer… pero es que también es la de ir a almorzar también de turistas, empresarios, comerciales, trabajadores en turno de tarde, etc, que se encuentran con un servicio menguado a esa hora, por poner un caso.

Cuando reciba los autobuses hará bien, en definitiva, el gobierno municipal en pensar que a partir de ahí le corresponde solucionar la crisis estructural que tiene el transporte público en Jerez. De no hacerlo, seguiremos en modo parche sobre parche, hasta el estallido final, pero recuerden esta premisa (y volvemos más bien al tema del bus urbano): un Ayuntamiento al que se le llena la boca con la palabra sostenibilidad debe tener la disposición y la capacidad de acercar a sus ciudadanos a sus puestos de trabajo. Lo demás, no vale. Hablar por hablar…