El gobierno municipal de Jerez anda un tanto despistado coincidiendo con el ecuador de su mandato. Todo transcurría de una manera plácida, de fastos y sonrisas, cuando llegó la desgracia –prevista, pero no programada– de los autobuses municipales. Desde que 'colapsó' el servicio, de repente en el PP se rumian que puede que haya partido en las próximas elecciones municipales, que tanta 'pax', tanta confianza como se han empeñado en representar –y transmitir–, al final se resquebraja cuando se produce un problema de verdad, uno de esos que afectan a miles de personas y que, forzosamente, están en boca de la opinión pública y son 'chicha' para el PSOE y el resto de fuerzas de la oposición.
En el PP están analizando cómo pertrecharse para lo que queda demandato y si es conveniente una reestructuración de gobierno para cerrar filas y afrontar en mejor grado de confianza el problema que se ha generado en el transporte público y, en consecuencia, en esa balsa de aceite que ha sido la primera mitad de su mandato. Puede que a más de un lector o lectora le parezca un plateamiento tribial, pero coincidiendo en el tiempo con esta crisis, el gobierno municipal rescata la implantación de la mega estatua de la Virgen (se da por hecho que en la plaza del Arroyo, donde se pensó en su día) que tiene en propiedad –y arrumbada– hace cosa como de veinte años, si no más. Sí, amigas y amigos, la estatua de la Virgen de tres metros que necesita instalarse sobre un obelisco de once o doce metros para que se pueda contemplar en toda su magnificencia.
Y bien, llegados a este punto cabe preguntarse por una posible relación entre ambas cuestiones, aparentemente inconexas, como son la crisis del transporte urbano y la 'aparición' de la Virgen, de su estatua, para ser más exactos. ¿Casualidad o maniobra de distracción? Personalmente, este cronista no cree en las casualidades, y menos en política, así que el hecho de que se plantee ahora el tema de la Virgen tiene dos posibilidades: o despiste o iniciativa. El despiste sería, claro está, una táctica para desviar la atención de los problemas hacia otro foco de actualidad, algo propio de una gestión que aunque está siendo razonable en el día a día, al final es dada a la búsqueda de grandes titulares que no se consiguen con 'cositas', mientras que la iniciativa en realidad es 'hija' de la anterior, es "vale, 'seguimos' y vamos buscando perfil con esta iniciativa".
En realidad aquí es donde quería llegar este artículo porque si, en efecto, se busca perfil, significa que en el PP se comienza a trabajar ya en clave preelectoral, tratando de buscar el favor o la simpatía de grupos partidarios de una iniciativa de estas características que, huelga decir, no es otro que el de las cofradías. ¿Pero realmente existe un voto cofrade? Probablemente no, pero lo cierto es que ningún partido que ha ostentado el gobierno, de PP a PSOE pasando por los andalucistas de Pacheco, ha querido nunca tener el más mínimo problema con este colectivo, al contrario, todos al menos han contemporizado con su día a día, destacando su componente social.
Si Pacheco dejó de 'regalo' a la ciudad el monumento de Cristina a las cofradías, el PP puede que estime que ha llegado el momento de sacar esta carta que tenía guardada en la manga. Al final, todos, incluidos los socialistas, quieren tener un detalle con estas miles y miles de personas organizadas por un fin que poco o nada tiene que ver con la política, pero que suele ser activa en chats y redes sociales y que apenas tienen que organizarse: ya están organizadas.
Estaremos muy atentos a ver cuál es el enfoque que le da este súper tema el gobierno de Pelayo. Si se confirma que lo de la Virgen es para ir a saco a por el voto cofrade, significará que el gobierno municipal está 'sonado', usando términos boxísticos y da igual que sea una novedad o un adelanto de algo que estaba previsto sacar dentro de unos meses. Ah, por cierto, debido a su ubicación, habrá que ver cómo encaja también esta iniciativa con la Ley de Patrimonio de Andalucía... e incluso, llegado el caso, cómo se ve desde Madrid.




