Estoy viendo las imágenes por la tele y pienso en lo difícil que resulta entender cómo se inauguran nuevas instalaciones de Airbus en Getafe mientras pesa la amenaza de cierre sobre las de Puerto Real. Estando en contra de cualquier tipo de victimismo hay cosas que, simplemente, no se entienden, sobre todo cuando es evidente que se potencian unos territorios y se hace, lo que resulta aún peor, en detrimento de otros. Habrá razones –todo, hasta la injusticia, tiene una razón… otra cosa es que la razón sea justa— de geoestrategia que puedan esgrimirse, razones que, desde luego, en Jerez y el conjunto de Cádiz, tan lejos de los centros reales de poder, se nos escapan, por decirlo de una manera elegante.
Otra cosa es la imagen de unidad que se da desde la provincia, al menos desde esta parte de la provincia, cuando surgen grandes problemas empresariales-laborales. Haciendo una secuencia histórica, si nos ceñimos estrictamente a la Bahía de Cádiz, deberíamos hablar, ente otros, de Astilleros, Altadis, Delphi, Visteon y ahora Airbus, pero ocurre que eso no es así, no es así porque si nos referimos a cualquier problema de la Bahía hay que incluir a Jerez y, en consecuencia, a esa lista habría que añadir la (mal llamada) reconversión bodeguera y la desaparición también de buena parte de su industria auxiliar -incluyendo Saint Gobain, la fábrica de botellas— o más recientemente el caso de la cementera Holcim. Por supuesto, en correspondencia, los problemas laborales de la Bahía son también problemas de Jerez, al menos de la sociedad de Jerez. La suma es muy complicada de hacer, claro, pero a la espera de lo que ocurra con los conflictos abiertos, seguro que no son menos de 20.000 empleos perdidos de los que estamos hablando.
Puede que a Jerez y a la Bahía les quede mucho para funcionar como una auténtica área metropolitana, pero las interconexiones sociales son muy fuertes y, desde luego, visto lo visto, lo son mucho más que las políticas. Ignoro cuanta gente de Airbus —e industria auxiliar— vive en Jerez, pero sumará por lo bajo varias decenas (creo recordar que, en su día, eran unos 300 los trabajadores de Delphi que vivían en Jerez, alguno de ellos muy significados durante el conflicto, por cierto). Hemos visto y oído hablar de este tema a la alcaldesa de Puerto Real y al alcalde de Cádiz, pero poco o nada hemos oído al respecto a Mamen Sánchez, a la sazón alcaldesa de la ciudad más poblada de a cuantas les salpica, sin duda, este tema. Ni idea de por qué. Desde estas líneas damos por supuesto que no es porque en el Gobierno central y en Jerez gobierne el mismo partido, eso es impensable —la alcaldesa de Puerto Real también es socialista— debe ser por una estrategia política excesivamente localista… sí, eso va a ser (ojo, tampoco sería desdeñable que el alcalde de Cádiz, José María González, hablase de cuestiones como la de Holcim, seguro que también salpica a su ciudadanía y no creo que fuera recibido en Jerez como injerencia, al contrario).
Lo que quiere decir este cronista es que todas las voces son pocas a la hora de dar la vuelta a cuestiones de esta gravedad y que se echa en falta ‘algo’ por parte de la alcaldesa de Jerez. Recientemente Jerez y Cádiz han establecido una especie de entente de cara a la candidatura jerezana a la Capitalidad Europea de la Cultura (2031), así que ¿por qué no ampliar, aunque fuera de manera tácita, dicha armonía a otros ámbitos, tener una opinión –cada uno, llegado el caso, incluso con sus matices— cuando surge un problema que, como el de Airbus, salpica a toda el área metropolitana? De verdad, no parece tan complicado… más de 650.000 personas, las que habitan en lo que podríamos llamar Gran Bahía de Cádiz (con Jerez) esperan que sus políticos defiendan sus intereses, que no son otros que los intereses de todos…
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