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Tengo un colega que tiene aversión a los pájaros desde que Alfred Hitchcock los convirtió en seres perversos. ¿Recuerdan la historia? Una chica de la alta sociedad de San Francisco conoce a un tipo en una pajarería. La chica compra unos periquitos que le regala a la madre de él, a la que no le hace gracia que una "pelandrusca" le quiera arrebatar el amor de su querido hijo. Pero todo cambia cuando miles de pájaros se vuelven locos y comienzan a agruparse para atacar a los humanos.

Algo parecido sucede en España, donde los pájaros atacan con expedientes de regulación de empleo, desahuciando de sus viviendas a la gente más vulnerable o recortándonos las políticas sociales. También les encanta devorar a incautos jubilados, trincándole los ahorros de toda su vida a cambio de acciones basura con las que se financian juergas y saraos que pagan con sus tarjetas black. Son una auténtica plaga que va minándolo todo a su paso de norte a sur y de este a oeste.

Y lo peor es que no atacan en solitario. Se organizan en bandadas y adoptan nombres como Gürtel, Púnica, Pokemon, Bankia, Consejo de Ministros... Hace unos días El Intermedio de La Sexta mostró pruebas, que podrían ser concluyentes, acerca de cómo unos cuantos pájaros consiguieron en 2004 contratar con el Ayuntamiento la instalación del stand de Jerez en la Feria internacional del Turismo y la organización de espectáculos ecuestres y de flamenco en la Plaza Mayor y en el Parque del Retiro. La cosa es que aquellos pájaros dejaron un reguero de excrementos que ha salpicado a la reputación de la marca Jerez, que ya no es sinónimo de calidad, sino de fullería. ¡Qué lástima...! Ahora que su promoción iba "viento en popa", con el impacto que ha supuesto dedicar una rotonda al fundador del Opus o un busto al filofascista Pemán.  

Por no hablar de la vuelta ciclista y la capitalitad mundial del vino, evento éste que solo ha servido para cuestionar el título que siempre tuvimos por la vía de los hechos. Qué mala suerte, en pleno gozo -he dicho gozo, no confundir con Gonzo- jerezanista, en esta fiestas navideñas iluminada por el despilfarro de euros que no tenemos, vuelven a recordarnos el revoloteo de aquellos pájaros. En la película el actor protagonista Robert Taylor, que da vida a Mitch, se hace con las riendas de la situación y en un momento de tensa calma, en el que los pájaros parecen dar una tregua, coge a la chica, a su madre y a su hermana y se las piran.

Dicen los estudiosos de esta cinta de Hitchcock, entre ellos Federico Fellini, que lo que quería contarnos el magistral director es que solo cuando los dos amores del protagonista, la chica y la mamá, resuelven sus conflictos, los pájaros pierden la capacidad de hacer daño. ¡Qué gran metáfora...! Apliquen la historia a los amores y desamores, encuentros y desencuentros de la izquierda y saquen ustedes sus propias conclusiones. Yo, entretanto, aunque vigilante, me pongo a cubierto, que no hay nada más desagradable que se te cague un pájaro en la cabeza.

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