Reconstruir nuestra historia desde fuera significa que estamos utilizando una referencia externa para reconstruir nuestra identidad como país, como sociedad.
La sociedad española aún debe hacer un largo recorrido para recuperar en completitud lo que le fue arrebatado. Una parte está despierta y lucha por sacar a relucir la verdad, pero otra aún permanece dormida, temerosa de remover el pasado que se nos ha ocultado fehacientemente. Como aquellos griegos de la Antigüedad que temían pronunciar el nombre de Hades, todavía son muchos los que temen realizar el camino de descenso a los infiernos y rescatar el tesoro oculto de la libertad, los derechos humanos y la verdad. Al igual que Odiseo, necesitamos retomar nuestra historia desde el principio para encontrar el camino de vuelta a una sociedad genuinamente democrática, aunque para ello tengamos que enfrentar nuestros miedos más profundos y realizar ese tránsito que tan poco agradable se nos antoja.
Hace un par de días, desde el periódico El País, Ángel Viñas nos recordó nuevamente la imperiosa necesidad de crear en España una norma precisa para la desclasificación de la documentación histórica en torno al franquismo. Su frase: “… los historiadores españoles hemos debido acudir a archivos extranjeros para reconstruir pedazos de nuestra historia” es especialmente representativa de la clase de sociedad que experimentamos actualmente los españoles. Reconstruir nuestra historia desde fuera significa que estamos utilizando una referencia externa para reconstruir nuestra identidad como país, como sociedad. Nos encontramos en una especie de limbo en el que hemos perdido el norte desde hace bastante tiempo. Nuestra política no parece funcionar como debiera, nuestro Gobierno no es precisamente una representación de transparencia política, ni judicial. No hemos tomado las riendas de nuestro camino. Mucha información aún permanece vetada, oculta. Sin todas las piezas no es posible conocer lo que está ocurriendo y, sin conocer lo que está ocurriendo, es imposible decidir. Las decisiones que se nos permiten tomar ahora están acotadas, sujetas a otros intereses. Podríamos decir que como sociedad hemos vuelto a la etapa de la adolescencia, donde todo son verdades a medias para protegernos del mundo. Pero lo que se esconde tras esa sobreprotección ante los tiempos de la Guerra Civil, no es más que un miedo egoísta procedente de las personas que siguen manteniendo su estatus. Saben que si tuviéramos el valor de levantar el velo ya no los necesitaríamos. Incluso, nos daríamos cuenta de que son perjudiciales para que nuestras políticas sociales funcionen.
Tal y como explica a la perfección Ángel Viñas en su artículo Archivos para la historia –que invito a leer- Carme Chacón preparó 10.000 documentos de la Guerra Civil, pero esta iniciativa quedó en la penumbra. ¿Mera desidia de nuestros dirigentes? No parece simple desidia, más bien se trata de una decisión plenamente consciente. Tal y como Viñas nos indica, es una estupidez proteger documentación secreta del franquismo en años de democracia. Pero más que tratarse de una estupidez, se trata de una razón subrepticia y en absoluto honesta. ¿Qué clase de democracia tenemos realmente, si todavía siguen salvaguardando este tipo de documentos? ¿Qué sentimos cuando la historia de nuestro país han tenido que contarla otros países? Si no fuera por las fuentes externas, me temo que muy posiblemente la versión que tendríamos de nuestra historia sería similar a una película de Disney Channel. Aunque olvidásemos el pasado para siempre y perdonásemos las atrocidades, este camino no funcionaría. Todavía tenemos en el poder a verdugos de ese infierno que tienen un gran peso político, judicial y económico.
Si hacemos memoria, recordaremos las querellas a las que el juez Bartasar Garzón fue sometido por iniciar en 2008 una investigación sobre los crímenes contra la humanidad cometidos durante la Guerra Civil y la dictadura franquista. Es impactante comprobar de parte de quiénes procedían tales querellas en tiempos, supuestamente, democráticos, donde el franquismo se espera ya olvidado y enmendado. Baltasar Garzón. Derechos Humanos y Justicia Universal es un interesante colectivo de profesionales que aporta una gran cantidad de documentación en este blog, muy accesible y sencillo para todos aquellos que quieran obtener información un poco más allá de la superficie que a menudo nos muestran muchos medios periodísticos. Resumiremos desde esta página, donde se explica muy asequible y detalladamente, el proceso al que Garzón fue sometido.
La primera acusación a la que se expuso Baltasar Garzón fue por parte del fiscal Javier Zaragoza. Acusándolo –inaudito- de “iniciar una causa general contra el franquismo”. ¿Tiene el franquismo derecho a ser defendido? Según este fiscal, ni siquiera debe ser cuestionado. Claro… es que ahora no se trata de una mera opinión pública, Garzón ha ido mucho más lejos y ha iniciado un proceso judicial. El estatus de la aristocracia fascista peligra. Ahora veremos las consecuencias que les caen a los que en este país intentan utilizar la justicia para un bien social.
En el año 2009 el Tribunal Supremo admitió las querellas de grupos ultraderechistas como Manos Limpias, Libertad e Identidad y Falange Española. Además, se añadió igualmente el informe del fiscal Javier Zaragoza. Falange Española pidió 20 años de inhabilitación como juez. Son numerosas las denuncias sobre desapariciones y ejecuciones durante la guerra y la dictadura hacia falangistas. ¿Es fácil comprender la intención de Falange, verdad?
Numerosas manifestaciones apoyaron a Garzón, manifestaciones a las que acudieron numerosos políticos del PSOE, IU, ICV. Sin embargo Mariano Rajoy, nuestro actual presiente, no tardó en tachar las campañas como “brutales y antidemocráticas” contra el Tribunal Supremo. Ya sabemos de qué lado está nuestro Gobierno actual. Más cerca del lado de Falange que del lado de la democracia. Si algunos están a favor de esta ideología, por supuesto son libres. Pero aquellos que votan al PP para castigar al PSOE… no saben cuánto perjudican a tantísimas personas. De todos modos, si seguimos un poco el lenguaje jurídico, no conocer la ley no te exonera de responsabilidad. Lo mismo sirve para aquellos que defienden valores modernos, propios de jóvenes y no saben a quiénes están votando realmente. Que nadie te robe tu papeleta.
Numerosas organizaciones a favor de los derechos humanos e importantes periódicos internacionales como The New York Times criticaron duramente esta actitud de la justicia española. Como veis, en casi todo el mundo resulta raro seguir manteniendo esta condescendencia con los crímenes del franquismo. Una condescendencia que ya no se conforma tan sólo con ignorar la verdad, sino que inhabilita, calumnia, limita a todo el que la pone de manifiesto.
En 2012 Garzón fue absuelto, pero no hemos podido arreglar una ley para la memoria histórica donde la documentación y los archivos estén disponibles para que se investiguen a fondo, ni hemos podido por tanto, hacer justicia frente a los crímenes cometidos. Tampoco hemos podido derrocar del poder a aquellos que convierten la justicia en una mafia.
Para todos aquellos que creen que es mejor olvidar y para todos aquellos jóvenes que se indignan porque nuestra democracia no funciona, aquí tienen un ejemplo magnífico de una de las grandes causas de por qué no somos en realidad una sociedad democrática. El veneno fascista sigue corrompiendo, no sólo nuestra historia, sino también nuestra justicia y nuestra política actual.
¿Quién es el dueño realmente de nuestro país? ¿Dónde están todas esas personas que se manifestaron para defender a Garzón y que luego no ganaron las elecciones frente a Rajoy? Desde el 2008 hasta el 2016, ¿ya no se acuerdan de lo que Rajoy dijo?
Si todos los jóvenes supiéramos lo importante que es votar… ¡no ocurrirían estas cosas! Luego nos quejamos y decimos: “¡Tenemos un país de mierda!” Nos quejamos de que nos han echado de nuestro país para ir a trabajar fuera, pero no empatizamos con aquellos que fueron condenados al exilio. En España nunca se han valorado a los artistas ni a los intelectuales, ni a los jóvenes preparados porque no hemos luchado por nuestro lugar ni nos hemos molestado en preservar nuestra historia y sus valores. Seguiremos condenados al ostracismo mientras sigamos condenando al olvido a todas las personas que fueron víctimas del franquismo por defender ideales afines a los que hoy día profesamos. Nuestro hogar estará muy lejos de aquí, en aquellos países donde sí condenan actos como los que encontramos aquí en nuestro Tribunal Supremo.


