El Congreso de los Diputados en una imagen de archivo.
El Congreso de los Diputados en una imagen de archivo.

Entre comunicar con éxito o, simplemente, comunicar hay un abismo, y me explico. Hoy todo vale a la hora de escribir con libertad y publicar, en cualquiera de los modernos formatos digitales que están alalcance de todos y todas. Pero, afortunadamente, tenemos cada vez más fuentes de información para documentarnos, así que no nos dejemos engañar.

Para comunicar con éxito hay que tener en cuenta muchos factores como a quiénes van dirigidos los mensajes, ofrecer datos novedosos, veraces y contrastados y, por supuesto, la credibilidad de quien lanza los mensajes. Precisamente en este último punto me quiero detener, porque hay muchos políticos que pretenden ponerel marcador de nuestra memoria a cero cada cuatro años. En función de si gobierna o está en la oposición, algunos políticos cambian su discurso radicalmente, donde antes decían digo ahora dicen Diego, y se quedan tan anchos, asistiendo los ciudadanos y ciudadanas atónitos y perplejos. ¿Pensarán que nos lo creemos?, ¿son conscientes de que eso les resta credibilidad para siempre?, ¿saben que existen las hemerotecas?

Si además añadimos que los conceptos honradezy política están en entredicho y que los mensajes de algunos políticos chirían, —por decirlo suavemente—, desafortunadamente, lo que se dice comunicar comunican, pero nada más. Por eso, la credibilidad es la clave. Pero claro, no todas las personas, dedicadas a la política, están facultadas para hablar con credibilidad. Para ello, hay que proyectar una imagen amable, ser una persona de reconocido prestigio social, profesional y político, transmitir seguridad en los discursos, haber cumplido siempre lo prometido... y claro está, dos pequeños detales, tener vocación y liderazgo. Pues bien puedo afirmar que han existido, existen, y quiero confiar en que seguirán existiendo. Lo que ocurre es que suenan más los que incumplen las leyes, los corruptos o los que nos engañan. Los buenos políticos no son noticia.

Los políticos con vocación de servicio público son los que nos interesan a los ciudadanos, por los que debemos apostar siempre. El político vocacional no suele ser el que está siempre en la palestra, diciendo que es el mejor y escuchando a los pelotas que lo piropean. El auténtico político de verdad trabaja incansablemente, como servidor público, es humilde y pasa desapercibido. Con esta reflexión, no estoy diciendo que busquemos una aguja en un pajar, me refiero a que abramos bien los ojos, que no nos cieguen las fotos y titulares y utilicemos las heramientas de comunicación a nuestro alcance para informarnos correctamente. Sólo así nos daremos cuenta de quién nos miente, y quien nos dice la verdad.

Termino lanzando una idea, ¿no creéis que ya es hora que los políticos pasen por un tribunal que decida si están capacitados, o no, para dedicarse a esta profesión que tanto nos afecta? ¡Ah! claro, que estas decisiones las adoptan los mismos, e igual no les interesa esta propuesta a la mayoría, ¿no?. Ahí lo dejo...

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