Diana Quer, en una imagen de archivo.
Diana Quer, en una imagen de archivo.

Lo que está claro es que mientras haya quien ayude, encubra y defienda a los acosadores y violadores, esto no parará. 

Dudé. Cada vez que algún medio de comunicación daba una noticia sobre la desaparición de Diana Quer pensaba que quizá ella se había marchado por voluntad propia. Y hoy me arrepiento. La confesión del presunto asesino de la joven me ha hecho prometer que digan lo que digan, se publique lo que se publique, nunca más dudaré sobre lo que puede haber detrás de una desaparición de este tipo hasta que se demuestre lo contrario. Porque todas podemos ser Diana. Porque hay más depredadores de mujeres de los que creemos.

¿Cómo pueden existir seres tan repugnantes como Enrique Abuín ‘El Chicle’? ¿Cómo su padre puede defender la inocencia de este delincuente por mucho que sea su hijo? ¿Cómo puede tener encubridores? Son preguntas para las que no encuentro respuesta, que lo que generan es impotencia y que hacen reflexionar sobre el por qué continúa habiendo acoso sexual y violaciones. Lo que está claro es que mientras haya quien ayude, encubra y defienda a los acosadores y violadores, esto no parará. 

No quiero imaginar la impotencia de la policía al tener delante a un individuo al que no podían detener pese a estar casi seguros de que era el culpable. Ni la de los vecinos al saber que convivían con alguien capaz de llegar tan lejos. Y mucho menos, la de la familia de Diana. Sobre todo el sentimiento de sus padres y su hermana. Personas a los que muchos deberíamos pedir disculpas por no haber estado a la altura de las circunstancias aunque solo fuera a través de nuestros pensamientos. Escuchar que su hija se había marchado para vivir su vida porque ellos estaban separados y se llevaban mal, que al cumplir 18 años había visto la puerta abierta para liberarse de la relación que tenía con su hermana, o que había sufrido trastornos alimenticios que la habrían llevado a tomar decisiones como la de huir de casa son algunas de las teorías que han tenido que oír.

A esto hay que añadir que el papel del periodismo ha sido horrible, porque muchas de esas conjeturas se han expresado en periódicos, radios y televisiones sin delicadeza alguna. Si ya es suficiente el hecho de que tu hija y hermana haya desaparecido, no saber si se encuentra viva o muerta, y en este último caso dónde está el cuerpo, nosotros vamos y hacemos más daño innecesario a la familia. Y así contribuimos a que la manada de animales siga creciendo. No lo permitamos. No dudemos. No perdamos de vista que Diana Quer murió por ser mujer. Porque un hombre se creyó con plenos derechos sobre su cuerpo.

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