Una pasada manifestación en Jerez contra la libertad provisional de los miembros de 'La Manada'. FOTO: MANU GARCÍA. Juicio por un caso de violación en Málaga: “Cada agresor intercambió sus posiciones con la víctima”
Una pasada manifestación en Jerez contra la libertad provisional de los miembros de 'La Manada'. FOTO: MANU GARCÍA. Juicio por un caso de violación en Málaga: “Cada agresor intercambió sus posiciones con la víctima”

Desde antiguo, la opinión presenta un sentido ambiguo, según sea sinónimo de falsedad, restringida sólo a los autorizados, o por el contrario, entendida como espacio de libertad protegible en democracia. En este régimen, nos enseñaron los griegos, que, a cambio de asegurar la participación, hay que sufrir el ruido y el desvalor (“buscamos un lugar libre de negocios donde pasar tranquilos la vida” Las aves, Aristófanes). La democracia tiene estas cosas, que forma las opiniones farragosamente, pero integra más perspectivas y decide mejor. En este sentido, la expresión e intervención en ideas comunes se aproxima entonces a un deber. Lo contrario, vivir encerrado en uno mismo, amilanado por temor a la descalificación, supura veneno. 

Esta opinión misma, representa mi criterio, provisional y esforzado. Tiene un afán informador para el provecho de los vecinos. Aunque estoy convencido de que yo aprendo más, lo cual quiere decir que cada vez sé menos, y por tanto, mis opiniones se hacen más ambiguas. Enderezo mi participación en este buen periódico del extremo sur de Europa, sólo a temas con algún conocimiento elaborado, preferentemente del ámbito jurídico, aunque también sobre ideas políticas o reseñas culturales. Quiero evitar atrapar los temas de actualidad y escupir opiniones como huesos de aceitunas. En vez de eso, rumio y saco a deshora una pasta, un tanto quebradiza, como en un lenguaje de portera (Cernuda) que bien puede servir de biomasa. Como todo rumiante que se precie, debo dar largos paseos y también hidratarme con un poco de alcohol en el camino, por aquello de desentumecer palabras en el artículo. Porque la vida sedentaria estriñe, repite, y produce opiniones susceptibles y frustradas. 

Como cualquier oficio, este de doxóforo, tampoco es fácil. Si primero están las precauciones de competencia sobre el asunto, luego viene la dichosa forma. Un artículo conciso, bien hilado, que lea igual el pescadero antes de vender su producto, que una ministra después del desayuno de un domingo, es todo un mérito de cualidades poéticas. Desde luego, no el mío. Somos una caricatura de lo que deseamos ser, decía Camba, y este y los otros artículos que llevan mi nombre, son caricaturas, a menudo desproporcionadas y sin gracia, de lo que pretenden ser. 

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