gaya.jpg
gaya.jpg

Toda edad tiene su afán…y su belleza.

Tengo la teoría –un poco disparatada- de que la vida consiste en traspasar tres puertas.

La primera, es la entrada en este mundo, es decir, el nacimiento. La segunda acontece entorno a los 33 años aproximadamente que es cuando se encara la edad adulta y se toman decisiones muy importantes: pareja, hijos, desempeño de la profesión. La última sucede alrededor de los 60 años y es sobre ésta última sobre la que sabemos con certeza cuál será su final inevitable.

Las señales que comenzamos a recibir cuando se acerca la última fase llevan todas progresivamente el sello inconfundible del declive personal: achaques físicos, cercanía de la jubilación, sentimientos de una cierta inutilidad en los esfuerzos y de desgana en los proyectos, aislamiento, soledad, dependencia de terceros, temores, tristeza, irritabilidad, impaciencia, sensación de vacío interior… ¿Qué he hecho finalmente con mi vida?, nos preguntamos sin querer preguntarnos, como en voz baja.

Todas las edades tienen su afán. La llamada tercera edad, es decir la vejez, también tiene el suyo: irse uno despidiendo con dignidad gustando de placeres sencillos, de compañías agradables, de una lentitud sabia que se recrea en el tiempo íntimo de las cosas… En incontables ocasiones, además, existen vidas de personas mayores absolutamente espléndidas, productivas, generosas, alegres. Porque ser razonablemente feliz no depende, en absoluto, de la edad a pesar de lo que nos dicen una y otra vez todos los anuncios publicitarios haciéndose eco de una sociedad un poco ignorante, bastante estúpida y banal, que se arrodilla ante el músculo y la tersura como los valores máximos a los que puede aspirar cualquier persona.

Y nos encontramos así, en esta efebocracia, verdaderas tragedias personales sin remedio en saunas y quirófanos de las que salen -a veces- adefesios sin grasa en el culo ni neuronas en el cerebro. Porque llevar una vida sana es un buen ideal en cualquier edad. Cuidar el cuerpo es una costumbre saludable. Mantener un cuerpo ágil y despierto es una actividad que merece la pena. Pero procuremos, además, encontrar en nuestra vida razones para convertirla en una fuente de alegría para los demás y para uno mismo, más allá del espejismo de la eterna juventud. Existen. Pero, a veces, no queremos verlas porque estamos ofuscados peleándonos con la ley de la gravedad, invirtiendo tontamente en viagra y silicona.

Y, sin embargo, hay ahí fuera un mundo que espera su ilusión por mejorarlo, su parsimonia, su benevolencia. Las personas mayores son una parte imprescindible de las sociedades más sabias. Y una guía inexcusable para los más inexpertos.

Toda edad tiene su afán…y su belleza.

www.psicoterapiajerez.es

Archivado en:

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído