Las alternativas al llamado bipartidismo

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, en una imagen de archivo.
Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, en una imagen de archivo.

En estos tiempos de denuncia del “régimen del 78” (expresión muy usada por la FE de las Jons) y al calor del lógico desencanto de la situación actual, aparecen nuevos partidos promocionados por grandes medios de comunicación cuyos dueños son por un lado los mismos que los de A3/La Razón y por el otro de Berlusconi. No, la revolución no va a ser televisada.

Las ansias democratizadoras que la sociedad parecía reclamar y que estaban llevando a cabo con mayor o menor entusiasmo sobre todo los partidos progresistas en cuanto a sus estructuras internas y métodos de elección de candidatos, se han visto sustituidas por la esperanza en fuerzas políticas de corte personalista, donde líder y partido es todo en uno. La lucha por la separación de lo orgánico con lo institucional desapareció, al igual que el repudio del tutelaje de las cúpulas por procesos internos en ámbitos inferiores o la crítica de que los políticos abandonen su responsabilidad con los electores para satisfacer sus ambiciones personales.

Mucha gente desencantada con lo existente mira para otro lado y perdona lo que hacen los (no tan) nuevos actores políticos. Ser un ciudadano crítico no es arremeter constantemente contra el PP (o contra el PSOE), sino otra cosa. Si la revolución democrática es el culto a la personalidad, apaga y vámonos.

Las viejas alternativas al mal llamado bipartidismo (curiosamente jamás desde la vuelta de la democracia UN solo partido tuvo tanto poder institucional y se ha hablado tanto de Bipartidismo) representadas sobre todo aparte de por IU, por regionalistas e infinidad de partidos locales tan “transversales” e indefinidos ideológicamente como los actuales, se han visto sustituidas en parte por una marca, una cara publicitada en platós donde hay más eslóganes y griterío que ideas y las propuestas, más allá de lugares comunes y criticar la vergonzante corrupción, son prácticamente inexistentes.

Y esto no deja de ser un retroceso a lo que ya tenemos, ya que si un partido local por ejemplo quería obtener representación en su municipio, tenía que batirse el cobre y reunirse con asociaciones de vecinos, sindicatos, pequeños comerciantes, asociaciones culturales, deportivas... denunciar lo que el gobierno local hace mal y proponer/presentar alternativas a la vez. En esta nuevo escenario solo hace falta que tu carismático líder “de Madrid” quede bien en esas tertulias con gente de la talla ética y discursiva de Marhuenda o Eduardo Inda y ya puedes rascarte la barriga que con eso ya tienes todo ganado, dándose de nuevo la “teoría de la cabra” en la que da igual a quien presentes. Plantear propuestas o hacer un programa, ¿para qué si además “todo el mundo sabe que no se cumplen”? ¿Habéis visto el carisma y “lo bien que habla” nuestro candidato nacional? Si nos presentamos a las Elecciones Andaluzas hacemos un folleto de cuatro caras en la que su rostro ocupe una entera, que se sepa que somos “el partido de Menganito”.

Para terminar me gustaría lanzar algunas preguntas al aire no como defensa del statu quo, que os lo que parece si uno se atreve a hacer determinadas críticas (con acusaciones de estar a favor de injusticias sociales o corruptelas) sino como ataque a tanto maniqueísmo y simplismo, más que a estas nuevas fuerzas políticas, donde como en botica y en los otros partidos, hay de todo.

¿Por qué alguien es un apestado y de la “vieja política” por pertenecer al PP, PSOE e incluso IU pero si ahora se presenta por lo “nuevo y fresco” queda beatificado? ¿Es más “vieja política” un joven de las JSE o UJCE que entra en las listas electorales de su pueblo por el PSOE y por IU respectivamente que gente que ha estado en la alta política varios años?  ¿Era Francisco Álvarez Cascos menos de derechas y más honrado por irse del PP y fundar un partido para poder ser candidato? ¿Es mejor Rosa Díez la  ex consejera en el País Vasco en coalición con el PNV ahora que no está en el PSOE y la base de su discurso es antinacionalista y antiautonomista? Mario Conde no se presentó a unas elecciones por PP ni por el PSOE, sino por el CDS, ¿era mejor por ello? Y la última, ¿realmente son más “sospechosos” de poseer la cualidad de la honradez los que se suben a caballo ganador?

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