La semana que viene hablaremos de Euskadi y de Cataluña

Sebastián Chilla.

Jerez, 1992. Graduado en Historia por la Universidad de Sevilla. Máster de Profesorado en la Universidad de Granada. Periodista. Cuento historias y junto letras en lavozdelsur.es desde 2015. 

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Fueron los geniales Tip y Coll quienes popularizaron aquella frase de “la semana que viene hablaremos del gobierno”, parece ser que a raíz de la censura que les impuso TVE y concretamente su Director General.

Fueron los geniales Tip y Coll quienes popularizaron aquella frase de “la semana que viene hablaremos del gobierno”, parece ser que a raíz de la censura que les impuso TVE y concretamente su director general. Ocurrió en 1979, durante la Transición, aquella leyenda rosa que se vuelve con el paso del tiempo cada vez más negra. Tip y Coll decían que hablarían del gobierno la semana que viene porque (irónicamente) es de lo único que se puede hablar. Hoy la realidad es que sólo se habla del gobierno... ¡y no hay gobierno!

Pero hay que recalcar que en España no hay gobierno ni posibilidades de formarlo de cara a la semana que viene porque los partidos del régimen del 78 no alcanzan la mayoría absoluta. Bueno, sí que la alcanzan, pero quieren marear la perdiz. Los medios no paran de decirnos una y otra vez que el veto PP-PSOE constituye el verdadero problema de la situación política actual. Sin embargo, el problema esencial es que el PSOE no quiere dar voz a los que la están pidiendo reiteradamente. Porque hay que recordar, a este respecto, que estamos en una situación de emergencia social ante la que Partido Popular y Ciudadanos, con sus regresivas políticas económicas, no pueden ofrecer solución. Y que por otra parte, y a la que me quiero referir especialmente en esta columna, no podemos obviar que las veces que no se ha alcanzado una mayoría absoluta a lo largo de la corta vida democrática de este país ha sido necesario el apoyo de los partidos nacionalistas. ¡Y para los partidos del régimen del 78 –PSOE como verdugo- ya no hay nacionalismo que valga!

El sistema parlamentario español, con una ley electoral pensada para dar voz a las minorías territoriales en las Cortes, no contó con que llegaría el día en que el éxito y las exigencias del nacionalismo –especialmente catalán y vasco- llegaran a poner en evidencia una unidad nacional que tiene tan poco de unidad como de nacional. No nos vendría mal recordar que hace varios años algunos medios –especialmente los más casposos- hablaban con desprecio del “café para todos” relacionando el Estado de las Autonomías con el fracaso político que en España estaba por venir.

Durante su intervención en el debate de investidura, Aitor Esteban, portavoz del Partido Nacionalista Vasco, comentó en esta línea “la falta de vigencia de la constitución” y la defensa que hace España de ella sólo “cuando le conviene al que manda y para los que les interesa algunos. Para los intereses de aquellos que representan el ‘cuore’ del sentido patrio, sus líneas pueden ser retorcidas, como la plastilina. Al resto, a los que no son de la Liga Patriótica Española, a esos sí se les aplica la legislación vigente como al indiferente”. Por su parte, Gabriel Rufián, de Esquerra Republicana de Catalunya, hizo lo propio, recordando la voluntad tanto de vascos como de catalanes expresada legítima y democráticamente en las urnas, mostrando durante su intervención el mapa azulado de España con “manchas” de otros colores en sus provincias.

Que Euskadi y Cataluña no voten lo que vota el resto de España tiene unas causas y unas consecuencias obvias. La posibilidad de formar gobierno pasa por la necesidad de un proceso constituyente y una solución a los problemas derivados de la conformación del Estado español. Así también lo expresó Rufián, que agradeció el apoyo de Izquierda Unida y de Podemos a lo que se conoce como “derecho a decidir”, dando a entender que una re-configuración a tal efecto podría dar como resultado una nueva constitución, y el derecho de los catalanes y españoles a elegir, respectivamente, si desean una República Catalana y una Tercera República Española.

Y es que, en mi opinión, ignorar y negar ese deseo de los catalanes a expresarse democráticamente dará como resultado, a largo plazo, un problema social y político mucho mayor. La España que algunos dicen haber construido no es que se esté rompiendo sino que está rota. La pregunta que uno se hace al respecto es, ¿cuándo aceptarán esta realidad PP, PSOE y Ciudadanos? ¿Cuándo se darán cuenta de que España es una entidad política conformada por pueblos hermanos pero distintos entre sí? Me temo, por el bien de los pueblos de la Península Ibérica, que cuando tomen conciencia de ello será demasiado tarde. La bola sigue haciéndose más y más grande. Quítense las máscaras y pongan una urna.

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