Moreno Bonilla necesita a Vox como el comer

El presidente de la Junta salva otro 'match ball' gracias al sí de Vox a su 'decretazo' desregulador. Antes de ese instante, se hace la víctima por supuestas descalificaciones de su socio prioritario. Hay que poner tierra de por medio. Como sea

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

Moreno Bonilla, en su comparecencia de anoche, tras la Conferencia de Presidentes y tras el Pleno en el Parlamento.
Moreno Bonilla, en su comparecencia de anoche, tras la Conferencia de Presidentes y tras el Pleno en el Parlamento.

Juan Manuel Moreno Bonilla, presidente de la Junta de Andalucía, necesita tanto a Vox para mantenerse en el poder que hasta se inventa descalificaciones de su socio prioritario para tratar de poner algo de tierra de por medio y marcar diferencias. ¿Les parece contradictorio? Pues así de enrevesada puede llegar a ser la política actual, solo centrada en el cortoplacismo, el trincherismo, la vulgaridad y el poder por el poder.

Ellos el caos y la falta de decoro; nosotros, el orden. La realidad es que ellos suben en las encuestas, él baja. Este pasado miércoles, en la sesión de control, se sacó de la manga que Manuel Gavira, portavoz de la formación ultraderechista, un tipo que desde luego mal educado no es, le había llamado "sinvergüenza", algo que como puede apreciarse en los vídeos que más tarde difundió Vox no dijo en ningún momento.

Moreno, o no lo escuchó bien, o lo interpretó a su antojo para hacerse la víctima por si colaba. Y en un primer momento coló. Qué mal educados llegan a ser, qué forma de perder las formas, quiso decir este prócer de la moderación y la contradicción. Pero no coló. Y al final, lo cierto y lo fijo es que esos que, según él, le llaman "sinvergüenza", volvieron a salvarle la legislatura con su apoyo al decreto ley de la barra libre para grandes empresarios. O dicho eufemísticamente, decreto ley de simplificación administrativa. Cómo será que hasta Vox ha advertido de que estará vigilante para que haya garantías y el nuevo decretazo no dé pie a un campo sin vallar.

Y el caso es que en una legislatura en la que nunca se supo dónde empezaba el autobendecido gobierno del cambio y acababa Vox, el jefe del PP andaluz carga con la pesada cruz de tres años de discurso bipolar y laberíntico: que su mano izquierda no sepa lo que hace la extrema derecha.

Cómo vender moderación si tu compañero de viaje, a nivel general, es puro populismo y exabrupto; cómo aparentar responsabilidad si a la derecha de tu derecha hay síntomas claros de querer incendiar permanentemente por un puñado de votos; cómo vender que no les necesitas cuando la realidad es que sin ellos no tienes poltrona; cómo estar contra Casado sin parecerte a Díaz Ayuso... En la gestión, peor. En la pandemia se ha visto: todo lo que ha hecho el Gobierno central ha sido malo y todo lo que ha hecho su Gobierno ha sido un poco mejor. Denunció que no tenía fondos extraordinarios por el covid, pero luego dijo que ponía a más de 8.000 sanitarios en la calle porque el Gobierno ya no le daba fondos extraordinarios... Un sindiós. 

Moreno salió anoche en Canal Sur. Con su look andalucista —corbata verde con pequeños lunares blancos y camisa blanca— y su pin con corona y laureles. Vino a no decir nada. O vino a decir lo mismo de siempre, que es nada. Su única realidad, autobombo con publicidad institucional que pagan todos los andaluces, fotos, apretones y sonrisas aparte, es que su gobierno ha hecho todo lo posible para cambiar todo sin que nada cambie y eso, claro, enfada mucho a Vox, al que necesita y necesitará como el comer. Si quiere seguir. Eso sí, una cosa hay que reconocerle. Al menos no se ha atrevido a pronunciar, como su compañera Díaz Ayuso, que los sanitarios se escaquean y "no arriman el hombro". Hasta ahí podíamos llegar. Este artista de la contradicción tiene sus límites. Que una cosa es borrar de la parrilla actual de Canal Sur el programa de los niños de Juan y Medio, y otra bien distinta es que no puedan recuperarse todas las anteriores temporadas gracias al Netflix andaluz. Andalucía, imparable.

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