Veníamos de un plan de actuación en el centro histórico, el 2014-2015, que preveía una inversión de casi cuatro millones de euros en siete proyectos, entre los que se incluían la urbanización de la plaza Belén, la rehabilitación integral del Tabanco del Duque o la urbanización de la plaza Limones. Dicha inversión estaba asegurada porque salía directamente de lo ingresado tras la venta de Ajemsa. No sólo fue otra mentira más, es que a día de hoy seguimos esperando a esos, a los que se le llenaba la boca diciendo que el centro histórico era prioritario (no nos hagamos “pajas mentales”, el dinero está y se van a hacer todos los proyectos, decían con toda la poca vergüenza que fueron capaces de acumular), para que nos den una explicación de dónde están los cuatro millones del centro histórico, cuatro millones que pagamos tú, que quizá no vives en el barrio, y yo. Cobardes y mentirosos, no se les puede calificar de otra forma. Y no te quedes en “me gusta”, compártelo…
Como decía, veníamos de esa coyuntura de mentiras encadenadas, cuando de repente, ¡oh, milagro divino!, llega una nueva corporación que dice claramente al comienzo de su mandato que el centro histórico es su prioridad absoluta. Que si Riquelme va a ser el faro, que si la plaza Belén esto, que si la normativa se va a cumplir estrictamente… ¿Hacemos balance? Bien, comencemos: a primeros de octubre se presenta en el recién consolidado palacio de Riquelme, la única inversión del plan 2014-15 que se realizó (80.000 euros de cuatro millones, qué afortunados fuimos), el famoso Plan Director para el centro histórico. Causó un gran malestar en el delegado Camas el hecho de que se calificara ese plan como ciencia ficción. Un año después, pregunto: ¿han visto ustedes el Plan Director? ¿Me pueden decir qué actuaciones recoge, cuáles son los presupuestos de las mismas, los medios de financiación y los plazos de licitación, adjudicación y ejecución de las obras? No pueden, ¿verdad? Ya lo suponía. Un año después de la pantomima de presentación de la nada más absoluta podemos cambiar el calificativo del plan. Ya no es ciencia ficción, ahora es el plan zombi: un plan que nació muerto, que lo mantienen vivo porque piensan, en su ignorancia negligente, que pueden seguir engañando a quien no admite más engaños. Un plan, al fin, que sangra a borbotones sin tener una gota de sangre en su interior.
Cualquiera que pasee por la zona se percatará de que la única inversión que se ha realizado es en ratas, pulgas, gatos y cucarachas. Quien tenga la valentía de adentrarse en San Mateo presenciará bolardos arrancados, adoquines despegados, una bodega en Rincón Malillo medio derrumbada y un jardín botánico en creciente progresión en la plaza Belén. El que acuda al barrio pensará: “qué bien está gestionando el ayuntamiento el Plan Director para el centro histórico”. Mientras tanto, presenciamos con un pasmo vergonzante cómo en el pleno municipal no se hace referencia alguna al estado lamentable de intramuros. Por tanto, todos los grupos políticos son cómplices de la aceleración del deterioro y son culpables por mirar hacia otro lado en un asunto al que no se le presta la más mínima atención. Para qué, habiendo bustos que retirar y animales a los que salvar de los circos. Como los filósofos estoicos, soportamos con infinita paciencia, nunca resignación, a un delegado absolutamente cobarde, que no ha dado ni una sola explicación ante tanto incumplimiento. Sinceramente dudamos que tenga la capacidad suficiente para darlas. Y, entretanto, la gallina de los huevos de oro del centro histórico, la que realmente tiene la capacidad de revitalizar la economía de este pueblo, cada vez se muestra más desplumada. Con el nivel político y técnico que hay en el ayuntamiento, no dejarán a la gallina ni con el valor suficiente como para hacer un mal puchero.
Alejandro González Morillo
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