Lo asesinaron en el 78..., justo un mes antes de que yo naciera..., cuando tenía solamente treinta años. Peppino Impastato -poeta y periodista siciliano de nombre ridículo para los españoles y de valentía mitológica para cualquiera que haya conocido su vida- fue abatido por la mafia; fue asesinado al denunciar, ya como militante del Partido Democrazia Proletaria, la trama que se escondía en las concesiones urbanísticas y en los desmanes que se hacían en el patrimonio arquitectónico en la provincia de Palermo y su querida Sicilia.

Asesinado en la madrugada del nueve de mayo del 78 -unas jornadas antes de unas elecciones- fue simbólicamente elegido en las urnas por su pueblo.

Dentro de varios días se celebran otras votaciones que dibujarán el futuro de nuestra ciudad y nuestras vidas..., porque ambas, en muchos casos, van ligadas irremediablemente; será una oportunidad única para poder desbancar, de una vez por todas, esta mafia corrupta de nuevos señoritos y enganchada al gatillazo fácil -no tan cinematográfica pero igual de siniestra- que deambula por nuestra tierra... De otra forma no se puede explicar que Jerez, una ciudad que tuvo hace unos años quince mil casas vacías en su casco viejo, le entraran las prisas por crecer y desangrarse con barrios residenciales en las afueras; si no es así no se entiende que todavía no muevan un dedo por el resurgir de los barrios señeros y nos hagan creer que es más cómodo y rentable levantar una ciudad irracional -de un futuro siempre por llegar- en los llanos que miran a Trebujena antes que rescatar y conservar los genes primitivos que residen en nuestros muros más nobles.

O tal vez no haya mafia..., y los corruptos seamos nosotros mismos que participamos dóciles, ignorantes por conveniencia y esquivos a la justicia por cobardía..., al desmantelamiento de los pilares históricos que sostienen el alma de una ciudad; mafiosos por aceptar lo infame como natural y lo absurdo y descabellado como algo divertido...

El gran Impastato lo dejó plasmado en un texto que, ya con él, pasó a la memoria popular de su pueblo:

“Si se le enseñase la belleza al pueblo se le proporcionaría un arma contra la resignación, el miedo y el silencio. A la existencia de horribles edificios -con toda su miseria y nacidos de las transacciones especulativas- nos acostumbramos con facilidad..., y rápidamente olvidamos cómo eran esos lugares simplemente porque ya es así, parece que fue siempre así y lo será para siempre. Es por eso que debemos educar a la gente a la belleza: para que hombres y mujeres no se dejen llevar por la inercia, por el hábito y resignación sino para que permanezcan vivas la curiosidad y el asombro”.

No supe de la vida de Peppino Impastato hasta hace unas semanas pero su ansía de lucha para la conservación de la historia de su Sicilia (y con ello la dignidad de su tierra) perdurará siempre en mí..., se convierta Jerez en el agujero preferido de las ratas o en un lugar digno para poder vivir.

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