Llamar plan de choque para actuaciones de eficiencia energéticas a colocar ocho ventiladores en un colegio para un inicio de curso escolar que se prevé con temperaturas superiores a 35 grados no tiene gracia.

Si yo fuera asesor de la Junta de Andalucía, mi primera sugerencia sería de tipo conceptual. Porque llamar plan de choque para actuaciones de eficiencia energéticas a colocar ocho ventiladores en un colegio para un inicio de curso escolar que se prevé con temperaturas superiores a 35 grados no tiene gracia. O sí. Depende. Pregúntenle a los funcionarios de esa misma administración y paralelas que estén en sus despachos partiéndose el Ohio —que dirían en La Hora Chanante— con su aire centralizado a máxima potencia mientras alumnos y profesores agradecen al Dios ventilador cada vez que sus aspas apuntan en su dirección.

Bueno vale, hay cosas más cachondas. Por ejemplo, cuando la Delegación territorial de Educación dice que solo es un estudio progresivo, a ver, que la cosa va “despasito”,como la canción del verano. En algunos centros hasta plantean poner más arbolado para que haya sombra. Ja, ja. Me parto, me mondo, me descojono, me desorino si lo prefieren. Y ustedes también deberían hacerlo, y si no es que no tienen sentido del humor. Porque a eso se le llama poner el ventilador para esparcir las protestas de Marea Verde y Ustea, y lo demás son tonterías.

A ver, que propuestas hay un montón. Yo mismo puedo plantear algunas en este plan “progresivo”. Ahí van: ir en bañador a clase, repartir abanicos patrocinados por Tío Pepe —podría ser un plan subvencionado, pero no me quiero meter en profundidades, eso lo dejo para los cerebritos de la Junta—, impartir las lecciones en plan peripatético —es decir, dando vueltas al patio como hacia Aristóteles con sus seguidores—, poner en marcha un plan de escolarización nocturna, como en el caso de la vendimia, que en algunos pagos del Marco está funcionando muy bien. No sé, caliéntense la cabeza —perdón por la ironía— implementando —¿a qué les encanta esa palabra, a que sí?— piscinas hinchables en el recreo, de esas baratas que venden en el Carrefour. Reflexionen, derrítanse la sesera —otra vez con paradojas— desde sus antárticos despachos, con el aire funcionando a toda máquina cuyas facturas, por cierto, pagamos todos. Pero háganlo rápido. Vamos, que empieza el curso.

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