Bien es cierto que hasta que no necesitas o conoces a alguien en situación de movilidad reducida, no te das cuenta de las dificultades que nos encontramos día a día.

Esta semana os voy a contar como es vivir en una discapaciudad. Sí, así la califico ya que las ciudades todavía dejan mucho que desear en materia de la accesibilidad. Bien es cierto que hasta que no necesitas o conoces a alguien en situación de movilidad reducida, no te das cuenta de las dificultades que nos encontramos día a día las personas que necesitamos la accesibilidad. Tarde o temprano, todos vamos a necesitar de ella, bien por que tenemos bebés, o bien porque nos hemos accidentado una pierna, o cualquier otro motivo que nos impida poder saltar un escalón.

Es muy desagradable el no poder acceder a una farmacia, a una panadería, a una cafetería, o cualquier local que frecuentemos habitualmente. Puede que pienses mientras lees esto que por qué no pedimos ayuda. La respuesta en mi caso es que queremos ser totalmente autónomos, totalmente capaces, para poder hacer los recados que todos hacemos; y cabe recordar que es un derecho, no un privilegio.

Otro de los puntos que deja que desear es el transporte público. Ejemplo de ello es la empresa pública Renfe. Dicen que es pública y si es pública es de todos, menos de los que tenemos movilidad reducida y/o carritos de bebé. Renfe sólo tiene ayuda en movilidad reducida en larga y media distancia con un servicio llamado atendo, pero en cercanías estamos vendidos os enlazo tuit de un servidor accediendo en un tren de cercanías en Barcelona.

¿Es penoso verdad? Pues así seguimos en pleno siglo XXI.

Otra de las batallas a ganar es la de las (t)rampas en entradas de edificios, tiendas, locales de ocio... Muchos no cumplen la normativa, las hacen a ojo y listos. En esta materia hay que asesorarse, se gana en disgustos y se ahorra en euros.

Nuestros brazos son nuestras piernas, pero ellos no están preparados para andar y tirar nuestro peso y el de la silla día a día, de ahí la importancia de cumplir normativas y asesorarse bien con profesionales a la hora de hacer una rampa accesible.

Aquí veréis una de las magníficas (t)rampas en una entrada de una comunidad de vecinos con un servidor subiendo la misma.

Bien es cierto que se están consiguiendo grandes avances, pero considero que hay mucho por hacer. Desde mi perfil de Twitter, genero bastante conciencia, mucha gente me dice que se fija más en la accesibilidad desde que me siguen a mí, y eso es muy gratificante,  también me siguen grandes arquitectos sensibles con la materia. Para mí, un arquitecto tiene que tener empatía.

Siempre comparto una barbaridad con humor, eso gusta, y sacas la parte positiva de lo negativo. Siempre estoy con el humor y mi “discapacidad “ es la clave de la superación.

La próxima semana me gustaría hablaros de los más de 800 km en silla de ruedas del camino de Santiago que realicé el año pasado en 7 días.

Gracias por empatizar

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