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¡Bienvenido de nuevo a casa, señor Debate! Con usted la crisis de los cuarenta es más llevadera…

Tal día como hoy se cumplen cuarenta años de las primeras elecciones generales en democracia desde la muerte de Franco. Y ha coincidido tal efeméride, con la moción de censura presentada por Podemos contra el presidente Rajoy, en lo que se interpreta como un acto simbólico que, innegablemente, nos retrotrae a los tiempos de Suárez y su conservador UCD, y su joven adversario político, Felipe González, representante de una ilusionante (entonces) izquierda. La analogía buscada por Pablo Iglesias es clara, y aunque las caras han cambiado, el enfrentamiento del poder contra la oposición, de la derecha contra la izquierda, del sistema contra la rebeldía, se volvía a poner de manifiesto; la única gran diferencia es que la refriega no se producía en las urnas, sino en el hemiciclo.

Muchos dirán que ganó Rajoy, y otros que lo hizo Iglesias. Pero la realidad es que hemos ganado todos. Porque, lejos de especulaciones, análisis sesudos e interpretaciones cabalísticas, lo cierto es que después de un largo tiempo de aletargamiento político en la cámara baja, el debate ha vuelto. Y ha vuelto levantando interés en el ciudadano, lo cual es una excelente noticia habida cuenta de la espiral de desidia, hartazgo y desilusión en la que había caído el español.

Justo cuando parecía que los nuevos casos de corrupción del PP, la condescendencia judicial y la falta de combatividad de los “nuevos partidos” iban a descafeinar la legislatura, va el señor Iglesias y nos monta un cirio de tres pares de narices. ¿Le ha salido mal? En absoluto. ¿De verdad alguien piensa que en algún momento el líder de Podemos pensó en ganar esta moción? Su objetivo era otro y lo ha conseguido: se ha batido cuerpo a cuerpo con Rajoy y, en el cruce dialéctico, se ha fajado como un sólido líder de la oposición (porque ya nadie duda que lo es) ante los medios y los televidentes. Y tras esta maniobra política, los focos se centraron en los combatientes. Podemos basó su estrategia en sacarle al PP los calzoncillos por encima de los pantalones, mientras éstos achicaban el agua de la corrupción a manos llenas. Que no se engañen. Han ganado una moción de censura pero la posición de Rajoy, lejos de quedar reforzada, se debilita: ahora debe nuevos favores a quienes se abstuvieron.

Lejos queda el recuerdo de los Suárez- González, cruces dialécticos intensos, pero elegantes… como un duelo con florete. 40 años después el duelo ha sido a puñetazo, mordisco y escupitajo. Y no lo critico, ojo, que en estos tiempos que corren, es lo que pide el cuerpo sin la menor duda.¡Bienvenido de nuevo a casa, señor Debate! Con usted la crisis de los cuarenta es más llevadera…

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